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REVISTA GENERAL DE MARINA ENE FEB 2018

TEMAS PROFESIONALES El 18 de enero de 2017 los gobiernos de Rusia y Siria firmaron un nuevo acuerdo para la ampliación y uso de esta base, pese a que las noticias sobre el inicio de las obras se comenzaron a difundir meses antes. El proyecto, ya en marcha, contempla un sustancial aumento del terreno hasta ahora ocupado, que incluye «el desarrollo y modernización de su infraestructura para llevar a cabo reparaciones y avituallamiento, así como para el descanso de tripulaciones », según difundió la agencia estatal Sputnik en esas fechas. La nueva base, porque en realidad se prevé una ampliación que permite hablar de unas instalaciones totalmente renovadas, tendrá capacidad para albergar hasta once navíos a la vez, cuando hasta ahora no podían entrar más de cuatro y de mediano porte, asumiendo Rusia la defensa de la misma por mar y aire, mientras que Siria se encargará de asegurar sus límites terrestres. El acuerdo incluye la autorización para que atraquen buques de propulsión nuclear, así como el derecho a portar todo tipo de armamento. La vigencia del mismo será por 49 años, prorrogable por otros 25. Fuentes militares rusas, citadas por medios de Moscú cuando se difundió la firma de este acuerdo, explicaron que cuando estén finalizadas las obras Tartús «se convertirá en una base naval dirigida por un vicealmirante de la Marina», rusa, por supuesto. Se calcula que las obras tendrán una duración aproximada de dos años desde su inicio. La Task Force rusa del Mediterráneo, fundamentalmente compuesta por buques y navíos de la Flota del Mar Negro, cuenta en estos momentos con una quincena de unidades, entre submarinos, fragatas, corbetas, buques de aprovisionamiento, de inteligencia, de medidas contra minas y desembarco. La base naval de Sebastopol, en la península de Crimea, es el cuartel general de la Flota del Mar Negro y desde la que se proyecta buena parte de la fuerza naval rusa al Mediterráneo a través de los estrechos turcos. La gran relevancia de este paso para la Flota rusa ha sido siempre un elemento clave en las relaciones con Turquía y un problema permanente, dado que, no hay que olvidarlo, este último país es miembro de la OTAN. Sin embargo, y pese a que al comienzo de las hostilidades en Siria las relaciones entre ambos se agriaron tras el derribo de un caza ruso en las cercanías de la frontera turco-siria y el asesinato posterior del embajador ruso en Ankara, lo cierto es que ambos países han sufrido un proceso de acercamiento, propiciado por Moscú, hasta el punto de aparecer como aliados en este conflicto, con Irán como tercero. El giro que se ha producido también en este caso ha sido de envergadura. No puede dejarse a un lado que la Convención de Montreux de 1936 concede a Turquía el control de los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, que unen el mar Negro con el Mediterráneo. La enmienda sufrida en 1982 por esta Convención no hizo más que reforzar esa capacidad turca, dado que este país no ha suscrito la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1994), que modificaría lo establecido en Montreux para los estrechos, por lo que la Convención de 1936 sigue siendo plenamente aplicable a los estrechos turcos. 124 Enero-feb.


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