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REVISTA GENERAL DE MARINA ENE FEB 2018

TEMAS PROFESIONALES basado en el mismo S-300. Desde finales de 2015, como consecuencia del derribo de un caza ruso por parte de la defensa antiaérea de Turquía, las fuerzas rusas desplegadas en la base aérea de Jmeimim ya estaban siendo protegidas por el sistema de misiles S-400, de mayor alcance, y que cubre la práctica totalidad del territorio sirio, el sur de Turquía, el norte de Jordania, parte de Israel y la práctica totalidad de Líbano y Chipre. La base naval de Tartús se complementa con la citada base aérea de Jmeimim, a 40 km de la anterior, en la provincia de Latakia, fruto de la ampliación y acondicionamiento del aeropuerto Bassel Al-Assad, que se ha anunciado se va a convertir también en base permanente rusa y desde la que ya actúan, desde septiembre de 2015, sus fuerzas aéreas en la campaña siria. Tanto los sistemas desplegados para proteger las dos bases, como los que equipan a los buques de la Flota rusa desplegados en el Mediterráneo oriental, otorgan una potencial capacidad de negación de área y acceso nada despreciable en una zona tan sensible y con tantos actores involucrados. De ahí que la presencia rusa, ya confirmada como permanente en estas aguas y en sus dos bases sirias, vaya a tener una relevancia para todo el Levante mediterráneo que iguale o supere a la de otras épocas. Pero solo con Tartús, pese a su ampliación y potenciación, el nuevo despliegue ruso en el Mediterráneo no tendrá suficiente. Igual que en la época de la Guerra Fría, y este fue uno de los verdaderos puntos débiles de aquel despliegue, los buques precisan para mantenerse de forma permanente y efectiva en este mar de otras bases o puertos seguros para avituallamiento, reparación y descanso de sus tripulaciones. Si Tartús aspira a ser la gran base rusa en el Mediterráneo oriental, no es descabellado pensar que la otra u otras deberán estar en la zona central, en el Mediterráneo occidental o en ambas. Marruecos está siendo convenientemente cortejado desde hace tiempo. Rusia firmó con este país en 2012 un Acuerdo de Cooperación Militar y Técnica, a lo que se añade el hecho de que Rabat busca desde hace algún tiempo nuevos socios estratégicos para su política exterior. El país norteafricano ha puesto sus ojos también en el submarino de cuarta generación de la clase Amur 1650, de los astilleros rusos Rubin (Oficina Central de Diseño de Ingeniería Marina) con sede en San Petersburgo. Este es una evolución de los de la clase Kilo, según la denominación OTAN, de la época soviética. El tradicional alineamiento del trono marroquí con los Estados Unidos hace poco probable ese acercamiento de gran calado estratégico con Rusia, pero sucesivos desencuentros diplomáticos entre ambos aliados, a causa casi siempre del no resuelto conflicto del Sáhara, han llevado a determinados medios, como Le Monde, a calificar en abril de 2016 de «giro antioccidental de Mohamed VI» su intento de autonomía estratégica, que tuvo su más relevante muestra en dos visitas seguidas a Moscú y Pekín del monarca alauí en los meses de marzo y mayo de 2016 respectivamente. Con ambos países firmó sendos acuerdos de asociación estratégica. 126 Enero-feb.


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