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REVISTA GENERAL DE MARINA ENE FEB 2018

TEMAS GENERALES comandante, el capitán de fragata Azcueta, hubiese alcanzado y hundido uno de los dos portaviones HMS Hermes y HMS Invincible, bajo el mando del contralmirante Sandy Woodward, según sus propias palabras, la Task Force habría tenido que retirarse, pues sin cobertura aérea para repeler el ataque de los bravos pilotos argentinos el desembarco anfibio en la bahía de San Carlos habría sido imposible. Otro submarino, HMS Conqueror, esta vez británico y nuclear, dio un vuelco a la guerra en la mar, pues sus torpedos hundieron al veterano crucero argentino General Belgrano, causando la muerte de 323 tripulantes en un ataque contrario al derecho marítimo, pues el buque navegaba por fuera de la zona de exclusión decretada por los británicos. El resultado de este ataque, que podríamos calificar de pirata, fue que el portaviones 25 de Mayo y el resto de los buques de superficie permanecieron amarrados en sus bases la mayoría del tiempo para evitar su hundimiento por un submarino nuclear. Por ello, el Gobierno argentino decidió impulsar y dotar con financiación el programa naval de 1977 por el que se adquirirían seis sumergibles de diseño alemán TR 1700, posiblemente el mejor submarino convencional del mundo en 1982. Los astilleros de Thyssen Nordseewerke, fueron los encargados de construirlos en sus gradas de Endem, Alemania. Las dos primeras unidades tendrían un desplazamiento en superficie de 2.116 t y en inmersión de 2.264, lo que les convertía también en los mayores submarinos alemanes diseñados para la exportación. Sus características operativas eran insuperables, al contar con ocho cajones de baterías, cuatro a proa y cuatro a popa, totalizando un total de 960 elementos de baterías que le permitían dar 25 nudos en inmersión; de facto, el ARA Santa Cruz (S-41), que fue el primero entregado el 18 de octubre de 1984, cruzó el Atlántico en inmersión, desde Endem hasta su futura Base Naval Mar del Plata, a la increíble velocidad de avance en inmersión de 10,5 nudos (SOA), en una época en que era el doble que la de cualquier otro submarino convencional. Su cota máxima se estableció en 300 metros y su dotación inicial en 26 personas, dado su alto grado de automatización. El segundo sumergible y protagonista de este artículo, el ARA San Juan (S-42), fue entregado un año más tarde, el 19 de noviembre de 1985, y aquí hay que desterrar un error de concepto. Ambos submarinos no son viejos, como se ha dicho en los medios de comunicación social. Con un mantenimiento adecuado deberían haber podido llegar a los 40 años. En Taiwán hay uno que data de la Segunda Guerra Mundial y tiene en sus cuadernas 70 años, el Hai Shih (SS-791), ex-USS Cutlass (SS-478). Con los dos primeros entregados, los otros cuatro deberían ser construidos en los Astilleros Domecq García, vecinos de la ciudad de Buenos Aires. Así, en el tercero de la serie, el ARA Santa Fe (S-43), se iniciaron los trabajos tan solo para ser suspendidos por la crisis económica de 1996 cuando se encontraba al 70 por 100 de su construcción. Algo parecido pasó con el cuarto submarino, el ARA Santiago del Estero (S-44), cuyos trabajos se pararon con algo más del 30 por 100. Los 6 Enero-feb.


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