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de la URSS y de Argelia, lo que llevó a Estados Unidos y Francia a apoyar a Marruecos. Con el general Federico Gómez de Salazar al mando, una vanguardia de 5.000 legionarios defendía la frontera, replegados unos kilómetros y con un campo de minas que les separaba de los invasores por el norte. Por sorpresa, el domingo 2 de noviembre, a las once de la mañana, el príncipe don Juan Carlos, jefe de Estado interino por la enfermedad de Franco, aterrizó en El Aaiún. Allí se expuso la situación en España, los acuerdos del Consejo de Ministros, las presiones internacionales y el propósito final de abandonar el territorio..., pero se salvaguardaría el honor del Ejército español: la Marcha Verde no rebasaría la línea minada. El 9 de noviembre, Hassan II anunciaba que la Marcha Verde había conseguido su objetivo y al día siguiente los manifestantes iniciaban eufóricos su vuelta. El 14 de noviembre, España, Marruecos y Mauritania firmaban el Acuerdo Tripartito de Madrid donde España reiteró su Conversaciones entre España y Marruecos que dieron lugar al Tratado Tripartito de Madrid dando fin a la presencia española en África intención de descolonizar el Sahara «poniendo término a las responsabilidades 66  /  Revista Ejército nº 923 • marzo 2018 y poderes que tiene sobre dicho territorio como potencia administradora ». España organizó y ejecutó la Operación Golondrina, el plan de evacuación del territorio después de 92 años. Se organizó la salida de todo el personal civil y militar en 160 días, por mar y aire y con medios precarios. Se trasladaron unas 40.000 personas, 40.000 toneladas de material y un parque de 3.000 vehículos. Hasta los cadáveres de los españoles allí fallecidos fueron retornados. El 8 de enero de 1976, apretando los dientes, los soldados de la VIII Bandera de la Legión fueron los últimos en salir de El Aaiún, medio vacía a causa de la huida de buena parte de sus habitantes hacia Tinduf. Cinco días más tarde zarpaban de Villa Cisneros —hoy en día Dajla— los buques Plus Ultra y Conde de Venadito con militares rumbo a Las Palmas. Luego, en el aeródromo de Villa Cisneros se arrió nuestra bandera por última vez. «Fue emotivo e inolvidable el momento de arriar la bandera. Anochecía en Villa Cisneros y el coronel Torres, formando a los escasos hombres con que contaba, nos dijo: Ante la imposibilidad del toque de oración, guardemos un minuto de silencio por los compañeros que, en este territorio, rindieron el último servicio a la Patria», narraba el corresponsal de la agencia Cifra ese 13 de enero de 1976. Justo antes de que despegasen el C130 Hércules y el C212 Aviocar que trasladaron a las últimas tropas y al gobernador, general Gómez de Salazar, a Canarias con la última bandera española en el Sáhara, este dijo a los periodistas: «Que quede claro que no considero que haya habido capitulación alguna de España ante Marruecos. Quienes así lo piensan están equivocados y no deben olvidar que se ha evitado mucha sangre y el luto de muchas familias españolas en una horrible contienda armada». Tras ello, los militares españoles serraron el mástil para que ningún otro estandarte pudiese ondear allí donde flotó el español, poniendo fin a la historia de España en el Protectorado de Marruecos y el Sáhara español.n


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