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EJERCITO 924

Documento  /  77 nanzas del rey Carlos III, en 1768, las que sustituirían a las de Felipe V. De modo que las Reales Ordenanzas de Carlos III fueron las más longevas de cuantas han sido publicadas hasta hoy en España. Formaban un compendio que regulaba la práctica totalidad de los aspectos más importantes para el buen funcionamiento del Ejército. Pero esta gran regla, que era asumida con toda naturalidad por los militares españoles, incluyó dos innovaciones esenciales procedentes del período de la Ilustración: en lugar del mayor o menor grado de la hidalguía que pudiera aportar el militar, era mucho más importante su valía personal, su carácter disciplinado y el liderazgo que pudiera ejercer sobre sus hombres; y, en segundo lugar, el espíritu religioso y la confesionalidad católica de las unidades militares quedaba un tanto relegado respecto de la profesionalidad y eficacia en la operatividad de aquellas. La normativa que se recogía en las Ordenanzas Militares comenzó a ser «politizada», especialmente a raíz de la elaboración de las diferentes Constituciones españolas, comenzando por la de 1812. En esta, así como en las de 1827 y 1931, se incluyeron diferentes títulos o artículos relacionados con las fuerzas militares que condicionaron las Reales Ordenanzas de Carlos III. Ocurrió algo parecido con la Constitución de 1876, pero dichos condicionantes se concretaron en leyes específicas, como la Ley Constitutiva del Ejército de 1878, que no modificaba en esencia la regla moral de las Ordenanzas. Cuando comenzó la revisión de las Ordenanzas de Carlos III, a partir de septiembre de 1977, con el reinado de don Juan Carlos I y siendo vicepresidente del Gobierno y ministro de Defensa el general Manuel Gutiérrez Mellado, se optó porque dichas Reales Ordenanzas se convirtieran en ley. La comisión encargada de su elaboración publicó el proyecto en agosto de 1978. Después de pasar por el Congreso y el Senado, la ley que recogía las Reales Ordenanzas de 1978 fue sancionada por el Rey el 28 de diciembre, un día antes de que lo fuera la Constitución española, pues se consideró que dichas Ordenanzas fueron preconstitucionales. Por otra parte, en la Constitución del 78 aproximadamente un 10% de su articulado menciona expresamente o tiene alguna relación con las Fuerzas Armadas. Eso muestra la relevancia que las mismas tuvieron para los constituyentes. En resumidas cuentas, con esta Ley de Reales Ordenanzas de 1978 quedaron derogadas las de Carlos III, aquellas que fueron estudiadas y asumidas por muchos militares españoles (incluidos los pertenecientes al Ejército del Aire) que aún recuerdan hoy la pertinencia de los principios que se recogían en su extenso articulado y que fueron guía de comportamiento y disciplina para todos. En el estudio que se presenta a continuación se analiza la influencia que las Ordenanzas de Carlos III ejercieron en las diferentes armas del Ejército, así como en el cuerpo de Sanidad Militar, compatibles también con las propias de la Armada. n


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