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EJERCITO 924

El capitán José Escribano Aguado, jefe de la posición Intermedia «A» Valores  /  9 Ulpiana de Castro. Medina pertenece a la 206 Promoción de la Academia de Segovia. Edades de estos españoles tras apalabrar su resistencia, pronto legendaria: 22 (Fernández Raigada), 26 (Márquez Tellaeche), 24 (Medina de Castro), más el pulso firme de su apartarse del deshonor y el miedo: 38 (Escribano Aguado). Media de edad en esta promoción de indómitos hispanos: 27 años. Dos son hombres-acantilado: su faz mira al cielo y el mar reconociéndose hijos de la tierra; los otros, guerreros surco, fertilizan el porvenir: entereza medular, rectitud constante y espigas doradas para cuando el sol de junio a la tierra cultivada, bendiga. Si toda cosecha es imagen de mujer, sus frutos, hijos de la constancia y la fe, demostrarán en el Rif cuánto de hombre había en ellos. TESTIGOS FIDEDIGNOS POR UNO FALSO SOBRE LA GESTA DEL CAPITAN ESCRIBANO Y LOS SUYOS Al atardecer del 22 de julio, Intermedia «A» se yergue sobre hileras de cadáveres de hombres y animales hasta perderse de vista; un descomunal vertedero de material; peligro cierto aproximándose —la harca de los benituziníes y taffersíes trepa monte arriba— y, hacia el suroeste, inalcanzable y mudo, Drius. Desde el campamento donde el general Navarro ha instalado su puesto de mando, se cursan heliogramas a las guarniciones para que, «tras inutilizar todo cuanto pudiera servir de aprovechamiento al enemigo», se concentren allí. Un artillero, el teniente Fernando Gómez López, presente en Drius (folio 834 del Expediente Picasso), aportará esclarecedor resumen del caos imperante: «al telegrafista se le olvidó comunicar, a la posición “A”, la orden de retirada, por lo que continuó resistiendo tres días más». Inexacto. Escribano y los suyos resistirán hasta el 27 de julio. Sumarán seis días y cinco noches de heroísmo. Se reservarán una tarde para repasar su vida y después morir. Lunes 24 de julio, anochece sobre Tahuarda. En la tienda de oficiales fallece Antonio Medina a raíz de las heridas sufridas al pie de su batería. Afectado por la muerte de Medina, Escribano ordena a su gente que se preparen para romper el cerco en busca de agua. El intento se acomete de madrugada. Al principio se abren paso, pero «habiendo salido toda la Fuerza, se desistió de abandonar la posición al apercibirse del numeroso enemigo que se disponía a impedirlo». Quien esto contará, años después, es Antonio Tavira, quien aprovechándose de la confusión, deserta. Retornan a su posición los leales a Escribano, mientras Tavira consigue llegar hasta Arruit, donde coincidirá con un superviviente de la posición «A». Este otro soldado —cuya identidad se desconoce— morirá en el holocausto del 9 de agosto en Arruit, mientras que Tavira escapa. Por tercera vez. La primera fue en Yebel Uddia; la segunda en Tahuarda. Tavira se convertirá en artesano de la mentira y la realidad novelada para ocultar sus fugas, que un fiscal descubrirá en 1924. Miércoles 27 de julio. La guarnición de Intermedia «A» lleva tres días sin beber, límite de la vida en el abrasador Rif. Se impone parlamentar con el enemigo. Se ha convenido que el capitán hable, fuera del reducto. Sale Escribano, resuelto como él acostumbra. Detrás deja, al mando, a Raigada y puede que herido, pero aún en pie, a Márquez Tellaeche. Al capitán le saludan cinco jefes de la harca. Las condiciones son resbaladizas: todo puede negociarse y al final nada resolverse. Una parte de la harca sitiadora, temerosa de que sus rivales se apoderen del botín, corre para impedirlo, mientras otro grupo afín intenta forzar la entrada. Escribano logra desasirse de quienes le rodean, avanza varios pasos y a sus hombres les grita: ¡Abrir fuego, nos traicionan! Truenan los Schneider a la par que los parapetos se cubren


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