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BALMIS Y LA REAL EXPEDICIÓN FILANTRÓPICA DE LA VACUNA (1803-1806) Los expedicionarios llegaron a Manila el 15 de abril. El alicantino comenzó las vacunaciones ya al día siguiente, con el apoyo de los agentes de la Real Compañía de Filipinas. Curiosamente, aquí la vacuna tuvo el efecto benéfico añadido de apaciguar a las levantiscas poblaciones de las Sisayas, que hasta entonces se habían rebelado reiteradamente contra la dominación española. Fue una muestra de gratitud hacia la metrópoli, que aportaba un programa sanitario contra una enfermedad que afectaba a un tercio de la población de las islas. De este modo lo explicaban en 1808 los profesores del Real Jardín Botánico, en el tomo xxII y último de Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos, publicado en Madrid por la Imprenta de Villalpando: «Hay en el vasto archipiélago de Filipinas, una gran porción que comprende las islas Sisayas, cuyos reyes han estado siempre en guerra con los españoles. Mas, estaba reservado a la vacuna obrar una nueva especie de prodigio en aquella extremidad del mundo. Verificóse por medio de este presente saludable, una reconciliación que se miraba como imposible. Habiéndoseles ofrecido precisamente a tiempo que una terrible epidemia de viruelas desolaba los Estados de aquellos reyes enemigos, quienes, movidos de la generosidad de los españoles, depusieron las armas, saliendo Balmis el más hábil de los negociadores ». Finalizada aquí la campaña de vacunación, Isabel Zendal regresó a México, a bordo del Magallanes, junto a la mayoría de los niños portadores de la vacuna. Balmis, por su parte, tomó en Manila la nave Diligente y se dirigió a Macao, ciudad de China que desde 1563 era colonia portuguesa. y, si bien la travesía hasta allí fue tranquila, una vez avistado el puerto ―que por lo demás tenía fama de inseguro―, un tifón inesperado impidió a la nave fondear en él. Fueron tres intensos días de espera, durante los que las lluvias y el fuerte viento provocaron la pérdida de veinte marineros, que fueron barridos de la cubierta. Asimismo, el tifón acabó rasgando las velas y partiendo el palo de mesana del barco, mientras que los demás mástiles perdían masteleros y jarcias. Por si todo esto fuera poco, las olas engulleron además tres anclas, aparte del bote y la lancha de la Diligente. Solo al cuarto día llegó la calma, lo que permitió a Balmis, junto a su ayudante y sobrino, Francisco Pastor Balmis, y tres niños portadores de la vacuna, poder desembarcar y subir en una canoa que los transportó hasta el puerto de Macao. Era el 16 de septiembre de 1805. Apenas tres semanas después, el 5 de octubre, Balmis llegaba a la también colonia portuguesa de Cantón, donde no solo llevó a cabo su misión vacunadora sino que también, en su doble vertiente de médico y botánico, recolectó algunas especies de plantas desconocidas hasta entonces en Europa, especies que reprodujo en dibujos con objeto de depositarlos en el Real Jardín Botánico de Madrid (20). (20)  VILLANUEVA EDO, Antonio: Los héroes olvidados. Roca Editorial, Barcelona, 2011. Año 2018 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 57


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