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ALEJANDRO ANCA ALAMILLO Navío del «sistema Gaztañeta» de 70 cañones. Plano fechado en 1720. Archivos Estatales © Como este acaecimiento, que yo sepa, nunca se ha tratado con una mínima profundidad en la prolija historiografía de la Armada, y haciendo buena la sentencia del filósofo Diógenes de que más vale tarde que nunca, es el propósito de estas páginas sacarlo a la luz en las páginas de nuestra querida REVISTA. Los buques siniestrados Los navíos protagonistas de este trabajo fueron los denominados San José (alias invencible) (1) y Santo Tomás (alias vencedor). Ambos fueron construidos, en virtud de asiento, por la Real Compañía de La Habana (2), bajo la dirección del constructor local Pedro de Torres. Hechos en madera de cedro, el primero fue puesto de quilla el 15 de junio de 1742 y botado el 19 de diciembre de 1743, mientras que al vencedor se le plantó la quilla el 14 de enero de 1746 y fue lanzado al agua el 22 de diciembre de ese mismo (1)  Un año antes de plantarse su quilla, existió otro navío con el mismo nombre que resultó incendiado el 30 de junio de 1741 ―en La Habana (muelle de la «Machina»)― a causa de un rayo, lo que provocaría su voladura al llegar el fuego a su santabárbara. Es sin duda curiosa la circunstancia de que el invencible, protagonista de nuestro artículo, fuera víctima, al igual que su predecesor, de las llamas. (2)  Esta compañía se fundó el 18 de diciembre de 1740 y su primer negocio fue el asiento del tabaco. Presidida por Martín Aróstegui, el asiento para la fábrica de bajeles del rey (contrata sobre construcción de navíos y suministro de víveres a los bajeles del rey) fue autorizada por real cédula de 4 de junio de 1741, y rubricada, en representación de la compañía, por Pedro Miguel García Menocal, uno de los accionistas de la misma. 84 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 140


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