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LA LEGION 542

>>Reportaje Central LA ILUSIÓN DE UN LEGIONARIO DE LA XIII BANDERA Redacción Revista. “Antonio Jurado Gálvez, de pelo castaño, cejas al pelo, ojos castaños, nariz recta, barba poblada, boca regular, color sano, frente ancha, aire marcial, producción buena y señas particulares ninguna”. Según reza la cartilla de afi liación de La Legión fechada el 7 de noviembre de 1955. Tal día como este, el antiguo Caballero Legionario Antonio Jurado Gálvez se reencontraba con “su Legión”, después de sesenta años del combate de Edchera. Hombre afable y simpático, pero sobre todo ilusionado de pertenecer a una familia que nunca olvidó y lo recibe de esta manera tan entrañable. Acompañado por su encantadora esposa doña Francisca, y uno de sus hijos y nietos, charlábamos y tras unos instantes; tan solo tuve que preguntarle cómo fue que llegó a La Legión, para contarme… Yo con diecisiete años ya estaba enamorado de mi niña, que por entonces tenía catorce años. Pero el que fuera después mi cuñado, el barbero, y ya sabes cómo son de cotillas los barberos de pueblo, no querían que me arrimara a ella porque decían que era muy niña, y que hasta que no cumpliera los diecisiete años no me dejaría que noviara con ella. Así que lo mejor era quitarme de en medio unos años hasta que creciera “la niña”. Pocos días después, una tarde fuimos al cine, allí, en Fernán Núñez, y echaban “A mí La Legión”. Maravillosa película de la que salimos del cine con ganas de aventuras y entonces supe cómo podría esperar a que pasara el tiempo mejor. Así que aunque estaba lloviendo, le dije a mi amigo “Kiko el monaguillo” de alistarnos, y nos fuimos para Córdoba andando, más de treinta y tres kilómetros. Antes escribí una carta y le dije a mi amigo el barbero que si pasaban diez o doce días y no estoy por aquí le diera la carta a “la niña”. Que por lo que yo me enteré después, la carta se quedó escondida en un zapato esos tres años. Llegamos a Córdoba amaneciendo, y al alistarnos nos dieron un billete para Madrid, donde un sargento con un bigote muy grande, nos sacó a un patio y señalando a un gancho que había colgado del techo, nos dijo, “los cojones los dejáis ahí colgaos y cuando os licenciéis venís y los recogéis”. Nos tomaron los datos, y desde allí nos mandaron a Algeciras en tren que como pasaba por el pueblo de Fernán Núñez, en marcha le echamos el hatillo de la ropa a un amigo y le dije “toma y lo llevas a mi casa”. Y así continuamos el camino hacia Algeciras. Ese día llovía mucho y nos subieron en el barco hasta Ceuta y en camiones hasta Larache. Fueron días de instrucción duros, pero se pasaba bien. Después de jurar bandera, el capitán José Ramón Noval Andrade, el jefe de la compañía de máquinas eligió a los legionarios más fuertes y grandes para su compañía; yo con esa edad estaba fuerte; y no veas como pesaban los trípodes y las máquinas. ¡La mejor compañía de los cuatro Tercios! ¡Pero eso dicho por todo el mundo! Después empezaron las revoluciones de los moros y esos jaleos, y fue cuando pidieron voluntarios para la creación de la trece bandera. Yo no sé cuantos fuimos del tercer tercio, pero yo quería aventura y hablé con el capitán para que me dejara irme. Nos fuimos unos treinta y tantos del tercio, hasta El Aaiún, donde se formó la bandera. No me acuerdo quién era el jefe de la Bandera, pero sí de mi capitán Jauregi y el teniente Gamborino. Si me acuerdo que me metieron en la sección de asalto y nos dieron un arma que parecía de lata y que era muy delicá y tenían un culatín que se plegaba. Al principio la comida no era muy buena porque no la sabían preparar bien y estaba la carne correosa. Pero en muy poco tiempo aprendieron a hacer la carne de camello y de avestruz, o gacelas, o lo que podíamos cazar. Salíamos de vez en cuando de caza con el capitán o el teniente y con el mosquetón. La comida era muy buena y abundante. Claro que la instrucción que hacíamos nos abría el hambre. Hacíamos esgrima con las armas y combate cuerpo a cuerpo, y esas cosas; después por la noche las marchas que eran largas y duras. Las hacíamos por el rio oro, por los destacamentos de Smara, Edchera, el Cabo Bojador; buscando al enemigo que rondaba por allí intentando meternos mano. Un día en una patrulla a Cabo Bojador se ave- 32 542 · I-2018 La Legión


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