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La ministra de Defensa presidiendo el desfile. Está acompañada en el podium por el JEMA y por el coronel Javier Fernández Fernández Desde el año 1952, en que se realizó el primer lanzamiento en apertura manual en la escuela y evoluciona esta especialidad del paracaidismo hasta colocarse en esos años en un óptimo nivel entre los países de nuestro entorno se llega, 20 años después, en 1972, a no tener ningún oficial en las dos unidades con la aptitud para esta especialidad de salto. Es entonces cuando se plantea la necesidad de dar un empuje al paracaidismo en el EA, que estaba tocando fondo, valorando como primera necesidad impulsar de algún modo la formación de nuevo personal que pudiera retomar y relanzar el espíritu que adornaba a los pioneros del paracaidismo en España y formar personal especializado para poder dirigir los cursos en la escuela con el mínimo de nivel exigido. Es la razón principal por la que en 1978 se crea la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA) como unidad independiente con sede en Alcantarilla. La unidad se crea con una relación de dependencia de la EMP y con unas funciones a desempeñar emanadas de la Junta Central de Educación Física y Deportes, que engloban a las de la Sección de Pruebas y Exhibiciones de Zapadores y una plantilla de 15 miembros que, debido a la situación precaria que se viene indicando, no consigue cubrirse al completo, debiendo esperar un año para poder completar las tres vacantes que quedaron desiertas con personal de nuevo ingreso y que por esa razón, a día de hoy, aún están en situación de actividad y desarrollando su labor como profesores e instructores en la EMP. La PAPEA se crea con personal de la escuela y de zapadores (seis y nueve saltadores, respectivamente). Esta función integradora entre EZAPAC y EMP, permitió a la nueva unidad asumir con ella la tradición del paracaidismo deportivo de ambas unidades contribuyendo, además de establecer excelentes estándares propios, a elevar el nivel de la apertura manual no solo en las dos unidades citadas, sino en el paracaidismo nacional. Una vez iniciada la actividad de la nueva unidad, empieza a reactivarse el «gusanillo» del salto manual, y el personal destinado en las unidades empieza a pelearse por un «hueco» en los aviones. Puesta en marcha la unidad -al margen del desempeño de su cometido en campeonatos, exhibiciones, experimentación y homologación de paracaídas y ayudas a la enseñanza en cursos de apertura manual y especialización de los mismos- desarrolla nuevas actividades junto a los profesores e instructores, que dan como resultado la iniciación de nuevas técnicas y el relanzamiento de otras que se habían olvidado o dejado de practicar o, incluso, estaban prohibidas en la escuela (sin embargo se continuaban realizando en la EZAPAC), como lanzamientos nocturnos en equipo, con equipo, con armamento, aumento de retardos en caída libre, todo ello en la modalidad de apertura manual. Abundando en la escasez de titulaciones, se daba también la circunstancia que el Instituto Nacional de Técnica, Aeroespacial (INTA) tenía una vacante de oficial (ST) probador de paracaídas en general: principales, de reserva y de salvamento de pilotos, muchos de los cuales había que probarlos en caída libre y el que estaba destinado no tenía la aptitud para ello, por lo que los miembros de la PAPEA tuvieron que asumir también Mundial de Italia (PISA) 1991. De izquierda a derecha. De pie: Pereira, Teigell, Tajadura, Abellán, López, Caravaca, García y Jiménez. Agachados: Ruano y Robles 486 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2018


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