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RGM MAYO 2018

RUMBO A LA VIDA MARINA A la izquierda, salmón del Atlántico, el nuestro, el autóctono, remontando una presa en el río Lérez, Pontevedra. (Foto: Juan Carlos Epifanio). A la derecha, distintos aspectos de los salmones del Pacífico, según diorama en Alaska. (Foto del autor). los, lampreas y anguilas, siguen empeñadas en vivir su gran aventura fluvial. En concreto las especies de salmones, truchas mariscas, reos (los salmónidos, orden Salmoniformes) han sido bautizadas por la ciencia como especies anádromas (del griego ana, hacia arriba; dramein, correr; o sea «los peces que corren hacia arriba») porque sus adultos llegan de la mar para remontar las aguas de sus ríos natales y aparearse y poner sus huevos en sus cabeceras, a muchos kilómetros de su desembocadura. Superada la fase reproductora en el río, la totalidad de los salmones reproductores del Pacífico (con seis especies del género Oncorhyn) muere en sus aguas, pero algunos del Atlántico, los nuestros (una sola especie, Salmo salar), tienen la posibilidad de regresar a la mar, aunque lo hagan en un estado lamentable, pues bajan el río delgados como tablas, descoloridos, macilentos, con un aspecto que cuesta asociarlo al grácil y saludable que presentaban cuando allá por el mes de abril entraron en el río donde nacieron. Y hasta es posible que en la mar se recuperen, pero tarde o temprano el río termina siendo su tumba, un final que «mola» poco, como veis. Tras superar los alevines de salmón una fase juvenil en el río, que puede tardar tres o cuatro años como pintos, estos inmaduros emigran al océano para vivir otra larga etapa de maduración, de un lustro de duración aproximadamente, hasta conseguir alcanzar el estatus de adultos. Pero en esta fase se ignora en detalle qué hacen, dónde están, qué extraños recorridos desarrollan, porque en las redes de pesca nunca caen salmones excepto que se calen en las cercanías de los estuarios y esteros, que son de escasa profundidad y entrada a los ríos natales. Y se supone que estos peces errantes navegan en la mar a enormes profundidades, alrededor de los 1.000 metros, en la más absoluta oscuridad, seguramente porque allí se encuentran a salvo de depredadores, y por eso su etapa marina está rodeada de un misterio que se realiza rumbo a una muerte anunciada en el río. Con este trágico final, los salmones revalidan 2018 671


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