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EJERCITO 926

Vista aérea de la ciudadela de Pamplona, ocupada por los franceses el 9 de febrero de 1808 arrêter et garder à vue le baron d’Armendariz maréchal de camp, le brigadier Ramirez, le colonel Bodet, le lieutenant-colonel Juan Demiguel et Don Firmin Mengos, officier de cavalerie, tous cinq Espagnols de marque, jusque-là prisoners de guerre sur parole, et dont l’influence sembla pernicieuse». Se trataba de cinco militares, espagnols de marque, y cuya influencia parecía perniciosa, y, sin embargo, tenían libertad de movimientos en la Pamplona dominada por las autoridades francesas, sitiada por la tropas españolas, en esos meses de 1813. Vamos a analizar de una manera breve quiénes eran estos personajes y qué los llevó a ser prisioneros en Pamplona, no sin antes conocer la plaza fuerte, ya conocida por ser su ciudadela prisión de personajes importantes, y ahora, toda ella un enorme fortín amurallado, seguro para los franceses, como fue la Pamplona de la guerra de la Independencia. Es en el período que abarca desde 1561 a 1600 cuando se toma la decisión de construir una ciudadela en Pamplona y reformar el recinto amurallado de la ciudad. Fue el rey Felipe II, en su visita a la ciudad con motivo de la jura de los fueros del viejo reino, el que queda sumamente satisfecho de las obras que se realizan. El año de 1726 marca un hito importantísimo en la historia de las fortificaciones de Pamplona: el ingeniero militar español de origen holandés Jorge Próspero de Verboom entregará un proyecto general, para la ciudadela y para la plaza (el recinto de la ciudad), que se seguirá a lo largo de todo el siglo xviii. Verboom fue capitán general y fundador del Real Cuerpo de Ingenieros, en 1711. Había colaborado con el marqués de Vauban, «padre» de las nuevas ideas de fortificaciones. El 9 de febrero de 1808, el ejército francés, bajo el mando del general D’Armagnac, ocupó Pamplona. Entraron en la ciudad por el portal de San Nicolás. Los oficiales se alojaron en casas de nobles de la ciudad, por ejemplo el comandante Robert, del cual hablaremos más adelante, que se alojó en casa de la marquesa de Eslava, abuela del conde de Guendulain, Joaquín Ignacio Mencos y Manso de Zúñiga8, y el resto de los soldados, hasta 4.000, fueron acuartelados en diferentes zonas de la ciudad9. La guarnición española de la ciudadela estaba formada por unos 550 soldados pertenecientes al Estos cinco prisioneros españoles que se encontraban en Pamplona retenidos bajo «palabra» no siguieron la suerte de miles de oficiales del ejército regular español internados en depósitos, fuertes y otras dependencias francesas, en donde estaban en situación muy diferente de los cinco de Pamplona 38  /  Revista Ejército nº 926 • Extraordinario junio 2018


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