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Revista de Aeronáutica y Astronáutica 875

de fuego en Peñas Negras (Arco), Santander, dejando a Kety con dos niños de corta edad. Haciendo bueno el dicho «De casta le viene al galgo…» Carlos Francisco –en Neguri todos le llamábamos Rafa– se hizo piloto privado en el Aero Club de Vizcaya (1954); le gustaba volar y lo hacía bien, afición que compartía con su locura por la caza y pesca fluvial. Coincidimos en la Academia preparatoria para el ingreso en la AGA, ubicada en el bilbaíno Cuartel de Garellano. Rafa ingresó con la XI promoción «la del Rey» quien le honró con su amistad, y junto a SAR e hijos de caídos ilustres de nuestra aviación como Hector de Haya y Angelito Negrón, formó parte de la escolta a la bandera. Destinado a la 99 Escuadrilla de Alcalá de Henares, tuve la suerte de visitarla y volar en varias ocasiones en las «cessnitas» que, tomando el numeral 402, se fueron a Tablada y con ellas mi amigo. Antes, en la Escuela de Cuatro Vientos, tras el oportuno curso, se había especializado en helicópteros. Capitán en 1972, hizo el curso de reactores en Talavera la Real y el de Estado Mayor. Ya comandante fue destinado al Ala 21 (Morón), donde volví a encontrármelo (foto). Profesor más tarde de la Escuela Superior del Aire, al ascender a coronel le fue encomendada la jefatura de la Base Aérea de Armilla y la dirección de la Escuela de Helicópteros. Ya retirado, volvió a Sevilla. Además de las ya citadas aficiones, tenía una partida de golf con un amigo común, el coronel Alfonso Carrillo en el Real Club Pineda y en dicha ciudad murió el 15 de septiembre de 2014, aquella gran persona que fue Carlos, a quien llamábamos Rafa. (1) Era de la localidad madrileña de Torrelaguna; se decía que tenía siete vidas, puesto que había sufrido siete accidentes serios, incluso con víctimas mortales, hasta que la suerte le abandonó y el 13 de noviembre de 1926, a la edad de 31, cayó definitivamente en Cuatro Vientos. Hace 70 años ¿Milagro? Málaga 20 julio 1948 La Virgen de Fátima había peregrinado a Málaga y, de regreso a Portugal, se decidió confiársela al Ejército del Aire, concretamente a la Escuela de Hace 80 años 2.a Cadena Trujillo 21 julio 1938 Reequipadas la 3.a y 4.a escuadrillas de la Legión Cóndor, con Messer BF-109; al pasar sus biplanos Heinkel 51 a la Aviación Nacional, se constituyó la segunda “cadena” de Heinkel (Grupo 4-G-2) al mando del bizarro comandante Gerardo Fernández Pérez. Ayer partió para Extremadura, y hoy ha recibido su bautismo de fuego con un servicio de guerra en Aceuchal. Observadores, en el único Junkers 52 que tenía entre sus efectivos. Pero, dejemos al comandante Luis Dávila Ponce de León que nos lo cuente: «El día señalado para el vuelo se congregó en el aeropuerto una multitud impresionante, y en medio de un gran fervor, se procedió a entregarnos a la Virgen, que trajeron en procesión hasta la escalerilla del avión. Yo pilotaba el trimotor, teniendo como segundo al director de la Escuela, teniente coronel Orduna. Una vez cerrada la puerta, empezamos a arrancar los motores, pero uno de ellos se resistía como una pantera a ponerse en marcha. Como no había otro avión para sustituirlo, pensando en el lío que se iba a organizar si se suspendía el viaje, le propuse al jefe despegar con dos motores y tratar de arrancar en vuelo el tercero; este aceptó y así salimos; milagrosamente arrancó permitiéndonos llegar perfectamente a Lisboa». Hace 60 años Pioneros Palma de Mallorca 15 julio 1958 Casi dos años después de la llegada de los Sabres a Manises, una formación del 11 Escuadrón destacada en Son San Juan al mando del capitán Carlos Herraiz ha entrado en el polígono de aire-aire de esta isla para efectuar la primera misión con fuego real del Ala de Caza n.º 1. Hace 80 años Bendita seda Escatrón 30 julio 1938 Con el capitán Cuadra al frente, sale la cadena, vuelo el He-51 (2- 29) –así narraba su odisea José Luis Jiménez Martín en su excelente libro Cadenas del aire–. «Al dar la tercera pasada sobre el objetivo justo en el momento que rebaso la trinchera que acabo de ametrallar, he inicio la salida del picado, noto un fuerte golpe en la palanca que la llevo bien agarrada. Mientras sigo tomando altura, veo que he sido alcanzado en la unión del alerón izquierdo con el plano superior. He de ir por derecho, no puedo virar hacia las líneas. Mi preocupación es subir lo más alto posible, estoy demasiado bajo si he de lanzarme . La tela del plano se va desgarrando, el contraplaqué astillado salta deshecho, el alerón pende en parte sin sujeción. No responde a los mandos cuando de pronto inicia un tornillazo hacia la izquierda. He de lanzarme; me pongo de pie sobre el asiento; el viento azota mi rostro arrastrándome las gafas, que pierdo. El aeroplano haciendo un tonó se aleja, mientras caigo cabeza abajo. Con la mano derecha estiro con todas mis fuerzas la anilla que llevo en el pecho. Casi al instante, me veo volteado, experimentando un tirón brutal de los hombros, por los tirantes. Suspendido en el aire, la sensación es de estar colgado en el vacío. El ruido del motor ha desaparecido, distingo la polvareda del avión estrellado en terreno enemigo y delante de mis ojos dos líneas de trincheras desde donde me disparan, pues oigo los tiros y veo subir las trazadoras. Calculo bajo mí una altura de unos doscientos metros. Mi preocupación está en los olivos que tengo justo debajo, la tierra se aproxima rápidamente, estoy sobre uno de ellos, estiro de un tirante haciendo resbalar el paracaídas y ya no caigo encima. Me preparo para hacer flexión de piernas, pero a pesar de todo me doy el gran batacazo, doblándose el pie que llevo descalzo ocasionándome intenso dolor. Doy un puñetazo en el cierre del Irvin y al saltar los tirantes salgo corriendo en dirección contraria a las trincheras que tengo muy cerca». Recuperado por legionarios, unas horas después daba la novedad a su capitán. 602 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Julio-Agosto 2018


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