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Revista Ejército 927

Saad-Edine el Othmani, primer ministro de Marruecos Seguridad y Defensa  /  37 apoyo al movimiento en el resto del país, al vincularlo con intereses extranjeros señalando más o menos abiertamente a Argelia (y con intenciones independentistas). En esta línea, ha conseguido que la propia hija de Abdelkrim señale a Zafzafi y a su movimiento como títeres en manos extranjeras. «Los partidos oficiales, incluyendo a los islamistas moderados que lideran el Gobierno, reconocieron como legítimas las aspiraciones rifeñas, pero han criticado su instrumentalización y manipulación» Como consecuencia, grupos de nacionalistas marroquíes, a su vez, han comenzado a actuar contra el hirak en ocasiones de forma violenta, como sucedió en Nador tras una concentración de los seguidores de Zafzafi, en la que este resultó atacado. La escalada represiva favoreció el crecimiento del hirak y reforzó el mensaje sobre la continuidad de la hogra pese a los planes económicos y otras cesiones gubernamentales. Ante la creciente agitación, desde el Gobierno se jugó también la baza religiosa. El rey de Marruecos es emir de los creyentes y máxima autoridad religiosa en Marruecos. Ni siquiera Abdelkrim discutió esta circunstancia cuando proclamó su república independiente. Desde el Gobierno se ordenó a los imames de las mezquitas (que dependen del Ministerio de Asuntos Religiosos) que predicaran contra las acciones del hirak porque provocan el enfrentamiento entre musulmanes, algo gravemente condenado en el Corán. Con esta orden se pretendía restar apoyos al movimiento, al tiempo que se esperaba que Zafzafi y sus seguidores no se atrevieran a entrar en un debate de índole religiosa. Sin embargo, el 26 de mayo de 2016, en la oración del viernes, Zafzafi interrumpió al imam de su mezquita cuando sermoneaba en contra de la hirak y acusó al Gobierno de ser el que verdaderamente provoca el enfrentamiento entre los fieles. Esta intervención, realizada en vísperas del comienzo del ramadán, lejos de sorprender al Gobierno, ofreció al sector duro una oportunidad para descabezar el movimiento. En una reacción cuya rapidez aleja cualquier duda sobre su improvisación, Zafzafi fue detenido durante el fin de semana siguiente por delito contra la religión y contra la seguridad del Estado y, simultáneamente, se arrestó a una veintena de sus colaboradores acusados, entre otras cosas, de recibir financiación extranjera para realizar acciones contra el Gobierno. ¿PUNTO FINAL? En los días siguientes a la detención se produjeron manifestaciones de apoyo no solo en Alhucemas, sino en las principales ciudades marroquíes y en algunas del extranjero. No obstante, este apoyo se ha ido reduciendo con el paso del tiempo. Desde el hirak, líderes improvisados intentaron mantener vivo el movimiento mediante movilizaciones y huelgas pacíficas, sin caer en provocaciones violentas. De hecho, las protestas aumentaron durante el verano hasta que se produjeron dos nuevas muertes, a mediados de julio, vinculadas a las manifestaciones. A diferencia de lo ocurrido con Fikri, estas muertes, junto con la cadena de detenciones (se habla de 400 detenidos), la imposición de algunas condenas penales y el descontento de los familiares de detenidos con el reparto de ayudas han reducido la actividad del hirak, que ha perdido capacidad de movilización. El intento de dar visibilidad internacional al conflicto interno del Rif ha fracasado y las protestas no tienen ningún eco relevante fuera de Marruecos. Finalmente, una nueva intervención del rey en octubre de 2017, destituyendo a varios ministros y altos cargos por la lentitud en la aplicación de los nuevos planes de desarrollo, parece haber calmado de nuevo la situación. Queda la duda de si la calma se mantendrá o si resurgirán las protestas en un futuro más o menos próximo. Si, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, las promesas gubernamentales no llegaran a completarse, la revuelta puede reiniciarse con mayor virulencia y entonces no quedará mucho margen para una nueva intervención del monarca, cuyo prestigio, influencia y buena voluntad, de momento, permanecen intactos entre la población.■


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