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Revista de Historia Militar 123

230 JOSÉ ANTONIO PÉREZ GIMENA A partir de Pavía, el arcabuz se hizo el dueño del campo de batalla, “democratizando” el ejército, borrando a los ilustres hombres de armas, haciendo subir en la escala social de la guerra a los soldados desde humildes “peones” a dignísimos “infantes”. Ese “arma infernal” como la describe Cervantes, cambió la filosofía y el planteamiento de las batallas, complementándose a la perfección con los piqueros y juntos crear unas unidades de combate que fueron imbatibles durante cerca de siglo y medio. En esta batalla también se puede observar la gran movilidad táctica de las unidades de combate españolas, diferenciándose totalmente de la rigidez de las formaciones tanto suizas como de los lansquenetes, llamadas a desaparecer. Esta movilidad táctica fue conseguida gracias a una gran disciplina de movimientos, ya preconizados por las virtudes de “Orden y la Obediencia” de Alonso de Palencia. La demostrada agilidad táctica española, contrasta fuertemente con la pesadez de los hombres de armas, la caballería pesada, la cual se escudaba en un choque devastador, sus legendarias cargas, es decir, lo que al final fueron sus dos puntos vulnerables; el caballo y la pesadez de la armadura, ya que o bien descabalgados se les convertía en inermes o se les hacía imposible superar las formaciones en cuadro de la infantería y el fuego graneado de los arcabuces. Estas limitaciones no fueron parcialmente superadas sino a partir de finales del siglo XVI. Este nuevo concepto de formaciones disciplinadas, con gran agilidad de movimientos y una gran potencia de fuego táctico, ya muy advertido anteriormente y palpablemente demostrado en esta batalla fue el detonante, nunca mejor dicho, de la reorganización de la infantería española que diez años después nos llevaría a la creación de los Tercios. Por otro lado Pavía significo, si no la desaparición definitiva del “príncipe medieval” guiando a sus tropas en el mismo campo de batalla, (el emperador Carlos todavía lo siguió haciendo), sí dejó esa figura en “vías de extinción”. Nunca más se volvió a ver un rey encabezando una carga de caballería y ser hecho prisionero con la espada ensangrentada “el estoque que bien sangriento traía”, ni a tener el concepto de una caballería nobiliaria como fuerza de choque definitiva. Figuras, todas ellas medievales, de un rey que todavía pensaba en medieval. 4.- CONCLUSIÓN Como final del trabajo recordemos lo que pensaban sobre los infantes españoles algunas de las personalidades del siglo: Revista de Historia Militar, 123 (2018), pp. 230-232. ISSN: 0482-5748


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