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Revista de Historia Militar 123

EL INTERNAMIENTO DE LAS TROPAS ALEMANAS DEL CAMERÚN... 99 prepararan un contraataque contra Camerún. En un momento determinado, en medios diplomáticos corrió el rumor que los internados tenían 2.400 fusiles, recién llegados de la Península. Para intimidar a los españoles, el 28 de octubre de 1916 llegaron al puerto de Malabo y sin previo aviso, los cruceros Surcouf y Astrea (de la flota francesa y británica respectivamente). Las fuerzas de la Guardia Colonial no pudieron hacer nada ante la superioridad bélica de los recién llegados y Barrera se tuvo que limitar a formular una protesta diplomática. Tras el fin de la guerra, los ingleses tuvieron que aceptar el papel mediador y de seguimiento de la más estricta neutralidad que el gobernador Barrera había seguido en los difíciles tiempos de la guerra. Así pues la mayoría de los alemanes fueron trasladados a la isla de Fernando Poo y, posteriormente, a la Península. Estos movimientos fueron de iniciativa española, pero no podrían haberse efectuado sin el consentimiento o beneplácito de las autoridades aliadas, tal y como reflejaba un informe de Barrera de fecha de 30 de abril de 1916: «Antes de la evacuación de Kamerun por los alemanes, había llegado a un convenio con el General Dobell para el envío a España como internados de los súbditos alemanes, que, acogidos al amparo de la bandera española, necesitaban ser enviados a la Península por enfermos.»25 Los que quedaron en Bata recibieron autorización del subgobernador para montar un asentamiento junto al río Ekuko, bajo vigilancia española. Los nervios afloraron en Santa Isabel y se pidieron órdenes a Madrid para saber cómo recibir a los alemanes y sus tropas. Toda la actuación española durante la crisis de los internados de Camerún se basó en el Convenio de La Haya de 1907. Este tratado internacional obligaba a los países neutrales a hacerse cargo de los extranjeros beligerantes que decidieron rendirse ante ellos. De hecho sólo obligaba a los gobiernos de los países neutrales a hacerse cargo del personal civil y militar, vehículos y armas de los beligerantes hasta la firma de la paz. Los requisitos mínimos que debía proveer la potencia neutral, en este caso España, a los alemanes rendidos a su autoridad eran los siguientes: alimentos, medicinas, buenas condiciones de higiene y atención médica. Los alemanes no eran prisioneros de guerra de los españoles, sino refugiados, aunque en la época se les denominó internados a los que España tenía la obligación moral de atender. Entre los numerosos legajos que custodian los archivos no solo encontramos grandes cifras insertadas en informes oficiales, sino que también hay lugar para historias humanas en aquella gran crisis. Lo precipitado de la retirada alemana en muchos lugares de Camerún originó situaciones familiares angustiosas como la de un sargento alemán en busca de su hija. Revista de Historia Militar, 123 (2018), pp. 99-108. ISSN: 0482-5748 25  Ibídem.


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