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EJERCITO TIERRA 928

SECCIONES - HEMOS LEÍDO MEDICINA REGENERATIVA EN EL CAMPO DE BATALLA Hemos leído, en la revista digital Army Technology, un artículo escrito por Gareth Evans sobre los avances de la medicina de guerra y en concreto en la medicina regenerativa. Así, la sanidad militar estadounidense está trabajando sobre la forma de regenerar partes del cuerpo dañadas durante el combate. En la guerra de Vietnam, sólo el 75 % de los heridos en combate llegaron vivos a sus casas. En los recientes conflictos de Irak y Afganistán ese número ha aumentado hasta el 92 %. La combinación de una mejor protección corporal y los avances médicos en el campo de batalla significan que hoy las heridas, que en el pasado eran fatales, ya no lo son tanto, pero aunque los soldados heridos tienen mayores probabilidades para sobrevivir, detrás de las estadísticas se esconde otra cara y es que los soldados heridos que se libran de la muerte quedan con discapacidades que les cambian por completo su vida. El incremento del uso de explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés) ha provocado un gran aumento en el número de lesiones importantes en brazos y piernas. En el transcurso de las operaciones Libertad Iraquí y Libertad Duradera, se hicieron alrededor de 1.700 amputaciones y un 14 % de aquellos soldados a los que inicialmente se les salvó su extremidad, luego la perdieron. La mitad de los que han sufrido graves daños en sus extremidades se enfrentan a una discapacidad grave, complicaciones a largo plazo y una recuperación deficiente. Sólo una quinta parte del total regresa al servicio activo. Aquellos que pierden extremidades, y dependiendo de la naturaleza de su lesión, tienen como opciones las prótesis simples, miembros robóticos avanzados, implantes osteointegrados e incluso trasplantes de mano completos pero, obviamente, ninguno de estos nuevos miembros reemplaza al original. Sin embargo, esto podría 118  /  Revista Ejército nº 928 • julio/agosto 2018 cambiar si la medicina regenerativa puede cumplir con el extraordinario potencial que los avances más recientes parecen anunciar en este campo de la medicina. Las salamandras son especialmente hábiles para reparase a sí mismas cuando pierden alguna pata y son capaces de hacer volver a crecer una copia perfecta de la que ha perdido. Lamentablemente, en las ramas del ser humano, dentro del árbol evolutivo, el truco de la regeneración se perdió hace mucho tiempo. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que puede no haberse desvanecido por completo. Los científicos han descubierto que tres especies no relacionadas (dos peces y una salamandra acuática), conocidas por sus poderes regenerativos tienen en común 10 microRNA (pequeñas piezas de ARN que regulan la expresión genética). En los tres casos, las microRNA parecían estar actuando exactamente de la misma forma para promover el recrecimiento de apéndices seccionados. Dado que hace más de 400 millones de años los animales involucrados compartieron por última vez un ancestro en común, los investigadores creen que la capacidad de regeneración bien podría ser un proceso retenido en lugar de ser algo que los grupos individuales desarrollan independientemente para sí mismos. Aunque lo anterior es de largo recorrido y el llegar a la «autoregeneración» parece todavía ciencia ficción, los avances en la medicina regenerativa han llevado a la creación de injertos de vasos sanguíneos que se modelan a sí mismos después del propio tejido del paciente, resistiendo la infección y madurando en vasos que se parecen mucho al original. Por lo que respecta al sistema óseo, el enfoque militar inmediato es desarrollar productos que puedan estabilizar este tipo de lesiones, hechos de materiales que puedan ser asimilados por el cuerpo del paciente a medida que se lleva a cabo el proceso de curación. Las células madre ya forman parte de las primeras etapas en la terapia para la regeneración muscular y, aunque su aplicación actualmente es limitada y la investigación aún se


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