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EJERCITO TIERRA 928

23 siglo xxi en el que estamos, pero sin dejar de lado que, en algunos casos y como el deshielo de los polos muestra, los plazos podrían acortarse14. Parece razonable imaginar una España más seca, más árida, más calurosa, con menor producción hidráulica y agrícola, entre otros aspectos. Una España más multirracial y multirreligiosa, posiblemente con unas clases menos favorecidas más extensas y apenas clase media. Con masas de población recién llegadas y de escasa o nula integración, posiblemente instaladas en zonas de las grandes ciudades que se habrán convertido en guetos raciales o religiosos. Con mayores tensiones sociales de las que ahora nos podemos imaginar y con un Estado estresado al máximo y con pocos recursos económicos para atender a las necesidades sociales en tiempos «normales», no ya en períodos de crisis. «En ningún caso el cambio climático significará una esperanza de desaparición de la guerra convencional; al contrario, el estrés climático fomentará el conflicto» Podríamos pensar que el Ejército del futuro debería tender hacia una especie de gran Unidad Militar de Emergencias (UME). Al fin y al cabo, los recursos de la defensa se emplean de manera exitosa en situaciones que afectan directamente a la seguridad de la ciudadanía. En ningún caso el cambio climático significará una esperanza de desaparición de la guerra convencional; al contrario, el estrés climático fomentará el conflicto, como hemos indicado. Luego, cabe imaginar una UME que conviva con las unidades convencionales del Ejército, pero dimensionada en cantidad y también en especialidades y competencias que deberían ir adaptándose a esas nuevas amenazas, como el cambio climático, que traerá las de tipo biológico. El episodio del ébola nos dio una muestra de cómo y con qué velocidad este tipo de crisis puede desarrollarse. La Brigada de Sanidad (BRISAN15) tiene unas misiones y capacidades diseñadas para determinadas situaciones, y, llegado el caso, podría verse apoyada por medios humanos con competencias paramédicas. La evolución debería acabar en unidades flexibles, adaptables, multitareas y con capacidades avanzadas en todos los campos de las FAS. El conflicto social, con ese panorama, aguarda a la vuelta de la esquina y un Estado económicamente frágil no podrá atender a todo, tendrá que exprimir y aprovechar los recursos existentes. Las fuerzas y cuerpos de seguridad (FCSE) estarán siempre al límite de sus posibilidades y necesitarán en muchos casos ser apoyados por las FAS con unidades convencionales que contarán con la instrucción y adiestramiento necesarios para llevar a cabo estas misiones. La instrucción en control de masas ya se ha experimentado en relación con las misiones exteriores, como en Kosovo o Bosnia, pero en esta situación descrita formará parte de la instrucción habitual. El soldado del futuro, que ya es presente, no puede limitarse a una especialidad, será (es) un soldado polivalente, con especialidades adaptadas a las amenazas que se irán presentando, entre ellas las citadas como posibles. Esta capacitación multitarea lo hará más atractivo para, tras unos años de servicio en el Ejército, pasar a formar parte de las FCSE, cuyos sistemas de reclutamiento tendrán que adaptarse aún más a esta nueva situación. Los ciclos de adiestramiento de las unidades tendrán que tener en cuenta los períodos en los que estarán a disposición de los compromisos internacionales de España o en la futura estructura de fuerzas europeas, ya que un futuro sin ellas sería un futuro sin Europa, y otros períodos en los que primaría la instrucción convencional y los ciclos de disponibilidad operativa nacional en los que la disponibilidad para apoyar los esfuerzos de las FCSE en la seguridad interior estaría presente y, por lo tanto, incidiría directamente en la instrucción y adiestramiento. A MODO DE BREVE CONCLUSIÓN El panorama presentado puede parecer excesivamente dramático pero, por otro lado, efectivamente, existen


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