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CORTÉS Y EL MAR condujeron a que una sola de las naves, la Victoria, retornara a Sanlúcar de Barrameda tras una dura navegación por otra vía más difícil desde el punto de vista náutico y desde el político. La otra nave restante pero maltrecha, la Trinidad, emprendía un dificultoso viaje por el Pacífico norte rumbo al Nuevo Mundo. Pasó por las islas Marianas y alcanzó los 42º N, pero «mejor navega el que tiene buen viento que quien rema con mucho aliento», reza un dicho marinero; sus tripulantes no tuvieron más alternativa para sobrevivir que regresar a las islas Molucas. En la Especiería fueron capturados por los portugueses. El penoso pero nada despreciable éxito de la Victoria hizo que Carlos I, rompiendo el monopolio de la casa sevillana, erigiera otra específica: la de Contratación de la Especiería de La Coruña (CUESTA, 2009), y desde esta su sede organizó una lucida flota (siete naves) a las órdenes de frey García Jofre de Loaysa (1525). Sufrieron dificultades análogas a las que soportaron Magallanes y Elcano; inútilmente por cuanto el tratado de Zaragoza (22 de abril de 1529) ponía fin a la tensión hispano-portuguesa por la Especiería. Cortés, por su parte, tuvo información privilegiada sobre la costa pacífica mejicana y pensó en, primero, ensanchar los reinos de Carlos I, serían todos los que circundaban del llamado «lago español», hasta hacer del rey un verdadero monarca universal; y, en segundo lugar, en buscar otro «Paso», del Pacífico al Atlántico (las posibilidades no se descartaron en mucho tiempo). El propio rey impulsó su atención sobre la Especiería. Expediciones al Oriente Carlos I envió la flotilla de Sebastián Caboto (23) en socorro de los que habían quedado en las Molucas procedentes de la expedición de Magallanes, y para reafirmar su interés por la región. Caboto no llegó a sobrepasar aguas atlánticas. Pero lo que aquí interesa es que el rey escribió a Cortés (26 de junio de 1526) ordenándole que despachase una flota por el Mar del Sur hasta las islas Molucas para hallar a los supervivientes de las sucesivas escuadras. He aquí la primera expedición cortesiana al Pacífico, una región neohispana que había sido descubierta y tomada en posesión en aquellas latitudes (1522). Cortés informaba al rey (Tercera carta de relación) de que en astilleros de aquella costa estaba construyendo cuatro bergantines (15 de mayo de 1522) (24). (23)  Caboto penetró por el Río de la Plata hasta el río Pilcomayo (adonde había llegado otro explorador, Alejo García, por tierra en 1524) y sus hombres establecieron algunos asentamientos en la fachada norte de aquella desembocadura inmensa y, después, al sur. A su regreso a España fue condenado por abandono (1532) pero, perdonado, siguió a Sevilla, en la que permaneció como piloto mayor hasta 1547; entonces regresó a Inglaterra, donde obtuvo beneficios. (24)  El bergantín, surgido en el siglo xVI, es una nave de dos palos y una vela redonda. En la documentación americanista aparece a menudo el término, atribuyéndolo de forma genérica a una embarcación que, con frecuencia, y sobre todo en los ríos, no se ajusta a una definición ortodoxa. Año 2018 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 77


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