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EJERCITO 929

17 mejor de los demás queda colmado. Es decir, dar para recibir. Pretender recibir ese trato sin aportar es egoísta, nos vacía y nos lleva a una sensación de ansiedad. Al quejarnos por estar faltos del trato anhelado generamos un caldo de cultivo negativo que acaba convirtiendo nuestro día a día en una batalla donde tienden a prevalecer el individualismo, la soberbia y la frialdad. En ese escenario desalentador cada uno defiende sus intereses para sobrevivir. Para vacunarnos de este mal generalizado en las organizaciones, sean del tipo que sean, debemos desplegar lo que me atrevo a llamar «amor inteligente». Esto lo lograremos cuando pongamos en práctica la definición de amor que hacía el filosofo español José Ortega y Gasset: «estar ontológicamente con el otro, vitalmente con él, fiel al destino que sea; es conservación intencional del otro». Cuando estamos cerca de la otra persona, apreciándola y acompañándola en su forma de vivir su día a día, con independencia de las vicisitudes que nos acontezcan, descubrimos que somos promotores de espacios de relación enriquecedores que nos engrandecen como seres humanos. Se trata de esforzarnos por cuidar a nuestros compañeros, interesarnos por sus vidas y circunstancias íntimas, entregando cuidado emocional y cuidado material (si fuese necesario) para que puedan conservarse en el mejor estado de salud posible, tanto mental como físico. Compañerismo es anteponer al otro y sus necesidades. INICIAR UNA NUEVA INERCIA Para lograr cambiar esta dinámica en los entornos en los que nos desenvolvemos, todos y cada uno de nosotros, debemos considerar los tres elementos que conforman lo que he denominado «amor inteligente »: aceptación, ayuda a la mejora y generosidad. La aceptación pasa por dejar de juzgar a las personas del entorno y a las que forman parte de nuestro día a día, pasa por acogerles tal cual son, sin peros, con todo lo bueno que tienen y todo lo menos bueno que también tienen; igual que nos sucede a nosotros. También pasa por aceptarnos a nosotros mismos, con las cualidades que nos hacen destacar y las imperfecciones que tanto nos lastran. La ayuda a mejorar pasa por contribuir a que esas otras personas mejoren tanto en lo profesional como en lo privado. Para ello necesitamos comprometernos con ellos, con su desarrollo, con su situación vital, con sus inquietudes y con sus frustraciones más íntimas, para ofrecerles el acompañamiento de altura que contribuya a que alcancen sus anhelos vitales y profesionales importantes para ellos. La generosidad, que nos obliga a cambiar la forma de mirarnos unos a otros, también nos obliga a dar de nosotros lo mejor que hay en nuestro interior, cumpliendo con la lógica aplastante de «trata a los demás como te gustaría ser tratado». Si tenemos la tentación de ahorrarnos tratar a los otros con esta altura de comportamiento seamos conscientes que los primeros perjudicados seremos nosotros mismos. Las personas con las que compartimos nuestro día a día, tanto en el terreno profesional como en el privado, puede que olviden lo que les digamos, pero es seguro que nos van a recordar por cómo hacemos que se sientan. De igual manera, también nosotros recordaremos como harán que nos sintamos. LOS VALORES En todo este contexto escuchamos expresiones como «¡Necesitamos volver a los valores!» o, «¡Solo saldremos de esta si recuperamos los valores!». Estamos de acuerdo, pero ¿dónde están los valores? Los valores, aunque más bien deberíamos decir «virtudes», son intangibles. Los llevas debajo de la piel o no los llevas; vives con ellos en primera persona o nadie los puede vivir por ti. Podemos entregarlos en todos nuestros comportamientos, actos y formas de interactuar o dosificarlos según un cálculo de lo que nos convenga e interese en cada momento; los sacamos a relucir permanentemente o los difuminamos y desvirtuamos a conveniencia para obtener el beneficio más egoísta de cada situación personal y/o profesional. «Los valores, aunque más bien deberíamos decir “virtudes”, son intangibles. Los llevas debajo de la piel o no los llevas» Si preguntásemos a nuestros colegas de trabajo la importancia que le dan a los valores (en una escala


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