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Premios Ejército 2018 (Mejor serie). Misión Letonia/Pablo Cobos Terán en sus funciones y cometidos y, por otro, la no menos relevante función asignada en la reflexión profesional a la ética militar. Remarca esta idea Cortina Aracil cuando manifiesta que «los ejércitos no pueden funcionar según una ética de mínimos, porque nadie se puede jugar algo tan grande y concreto por un mínimo ético» (Ganar batallas, Revista Atenea, septiembre 2012, p. 65). La ética militar considera la «dimensión moral» de la guerra, aunque resulta útil referirse a la «dimensión legal» pues ambas a menudo concurren e incluso los análisis pueden tener un interesante punto de partida en esta última. En todo caso, desde esta perspectiva ética, nos recuerda Helen Frowe, «las referencias a las reglas de la guerra deberían ser entendidas como referencias a las reglas morales de la guerra como son estudiadas por los teóricos de la guerra justa, y no las reglas legales de la guerra como se codifican en la ley internacional» (The Ethics of War and Peace, 2011, London, Routledge, p. 2). La necesidad de la ética militar se sustenta en que permite llegar, mediante la El militar debe prestar atención a los cambios en los principios y valores sociales razón y el juicio moral, al conocimiento de que el ejercicio de la violencia letal en el combate —aspecto definitorio de la función militar— debe estar justificado en razones éticas. Otra manifestación de la exigencia de la ética militar es que proporciona al militar la capacidad de evaluar y ajustar los requisitos éticos de su profesión, sujetos a cambio acelerado y modificación profunda en muchas facetas de la misma, especialmente en las nuevas formas y medios de conflicto. Finalmente, y desde la provisionalidad de estas reflexiones, la necesidad de la ética militar y una formación exigente y rigurosa de sus principios, métodos y contenidos, se pone de manifiesto en la permanente atención que el profesional de las Fuerzas Armadas debe prestar a los cambios en los principios y valores sociales y culturales, tanto de su propia sociedad, como del resto de países del actual mundo interconectado y globalizado. El general Jorge Ortega lamentaba en su obra La ética en las operaciones militares del siglo XXI (2015, Madrid, Grupo Atenea, p. 175), que en España se producía una posible «falta de preocupación por los temas de la ética de combate en las nuevas misiones de los ejércitos» y justifica esta deficiencia en «la vieja falta de conciencia de defensa del español». Con este breve artículo se pretende contribuir a la ampliación y revitalización de los estudios y análisis académicos sobre ética militar y, al mismo tiempo, llamar la atención sobre la necesidad de reforzar la formación de todos los militares en su competencia de análisis y desempeño ético. Capacidad necesaria en cualquiera de sus funciones y cometidos, pero imprescindible en el ejercicio esencial del combate como máxima expresión del uso de la fuerza letal. Con todo ello se avanzará en que la sociedad y el militar tengan la convicción moral de lo justificado y necesario de la profesión. De momento, realidad imprescindible hasta llegar al ideal de paz perpetua y la ausencia del conflicto bélico como instrumento muy habitual en el desarrollo de las relaciones humanas a nivel social. L Septiembre 2018 Revista Española de Defensa 31


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