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Los alumnos del Curso de Apoyo Sanitario de Combate realizan la primera asistencia a uno de los heridos por la explosión simulada de un IED. que realiza anualmente la Agrupación de Sanidad nº 1 de la Brigada de Sanidad (BRISAN). Procedentes de diferentes cuerpos, escalas y unidades del Ejército de Tierra —la gran mayoría—, de la Unidad de Intervención de la Policía Nacional y los Grupos Especiales de Operaciones de la Guardia Civil, los alumnos han pasado cerca de un mes en el acuartelamiento General Cavalcanti, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), y se han desplazado puntualmente a la Academia de Ingenieros, en Hoyo de Manzanares, y a la sede de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET), en Colmenar Viejo. En este tiempo, se han enfrentado a casi todos los supuestos de intervención sanitaria que pueden encontrarse en una zona de operaciones. «El curso está pensado para proporcionar a oficiales, suboficiales y tropa los conocimientos teórico-prácticos necesarios que aseguren la asistencia a la baja en combate en cualquier escenario, en cualquier situación», explica la teniente coronel del Cuerpo Militar de Sanidad Aurora Molina, jefa de la Unidad de Sanidad de Acción Rápida (USANAR) de la BRISAN. Se les ha enseñado a trabajar bajo fuego enemigo, con poco personal facultativo y un equipamiento médico limitado, y a tener en cuenta los tiempos necesarios para la evacuación de los heridos. «No es lo mismo un apoyo sanitario aquí que en Irak, en un momento del día u otro, o en una situación en la que tienes que moverte con escolta… hay muchos condicionantes», señala. «Por eso tenemos que generarles ese ambiente, que tengan la sensación de encontrarse en una zona de operaciones». Para ello, la BRISAN puso a su disposición la pista de instrucción sanitaria, aulas de simulación, campos de tiro y maniobras, zonas de agua embalsada, vehículos de transporte sanitario todo terreno, vehículos de línea, helicópteros medicalizables, lanchas para prácticas anfibias, hospitales de campaña deplegables en el terreno… Los alumnos se han enfrentado a un programa intensivo de más de 200 horas de duración y eminentemente práctico en el que han adquirido y reforzado sus conocimientos sobre fisiopatología de las lesiones de combate y actualizado los protocolos, nacional y de la OTAN, para la asistencia a la baja. Han resuelto incidencias provocadas por explosiones de IED y ataques terroristas; han participado en acciones de rescate, realizado operaciones acuáticas y evacuaciones en los diferentes medios de transporte del Ejército. También se han movido en ambientes NBQ y formaron parte del personal del hospital de campaña y la estación sanitaria de descontaminación que la BRISAN despliega cuando es necesario en ejercicios o en operaciones reales. Durante un mes, los alumnos del Curso de Apoyo Sanitario en Combate no sólo recibieron formación práctica para dar atención a heridos sino que, además, se acostumbraron a trabajar dentro de un equipo operativo. «En una situación real, no van solos; van con un equipo que tiene que cumplir una misión. Y lo más importante es esa misión; no podemos dificultarla», puntualiza la teniente coronel Molina. «Es un curso realmente duro. La mayor Para el desarrollo del curso, la BRISAN desplegó un hospital ROLE 2 equipado con quirófano donde fueron intervenidos los heridos más graves. Septiembre 2018 Revista Española de Defensa 41


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