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75 La Escuela Politécnica Superior del Ejército, conocida también por las siglas EPSE y las de ESPOL, es quizás uno de los centros docentes militares (CDM) menos conocidos de nuestro Ejército. Fue creada en 1940 al mismo tiempo que el primeramente denominado Cuerpo Técnico del Ejército, que cambió su denominación tres años después por el de Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción (CIAC) y que es el antecedente del CIPET (Cuerpo de Ingenieros Politécnicos del Ejército de Tierra), que data de 1990. Tradicionalmente, la ESPOL ha proporcionado la enseñanza de formación de los componentes de esos cuerpos en sus diversas escalas y especialidades, así como enseñanza complementaria, de perfeccionamiento y, desde 1966, los cursos de doctorado. En sus aulas se han formado casi 1.000 militares técnicos en los títulos de ingenero facultativo de Armamento y Material, y de Construcción y Electricidad durante sus más de 75 años de historia, asi como unos 700 títulos de Doctor (55 desde 1990). La escuela nació dentro de un espíritu autárquico, buscando la formación de ingenieros que colaboraran en el desarrollo de la nación sobrepasando los límites estrictamente militares. Dentro de ese esfuerzo, la escuela formó a ingenieros y técnicos facultativos y auxiliares que formaron parte de empresas estatales o privadas, y llegó incluso a pilotar el esfuerzo nacional en la implantación de sistemas avanzados, productos o infraestructuras innovadoras. La implantación y desarrollo del CETME, del CENIM, de la JEN, de la implantación de la metrología, la óptica y la electrónica industriales, del aseguramiento de la calidad total en la producción, de FASA-Renault, de la prospectiva tecnológica o la ingeniería de sistemas… son solo ejemplos destacados de una lista que se volvería interminable. En el campo de las infraestructuras debieron afrontar el proyecto y dirección de obras singulares, no solamente militares: puertos, depuradoras, hospitales… La evolución del desarrollo nacional y la promoción de la ingeniería civil con un aumento decisivo del número de egresados de esas escuelas e imposiciones de tipo legislativo han hecho cambiar drástica, y dramáticamente, ese modelo de ingeniero que la escuela debería formar. Tras una crisis de identidad, puede decirse ahora que superada, la escuela ha modificado sus cursos y planes de estudios para adaptarse a los requisitos que sus egresados deben satisfacer para un mejor servicio al Ejército, las Fuerzas Armadas y los organismos internacionales de defensa en los que nuestra patria participa. Con este fin y como etapa decisiva, la escuela se enfrenta actualmente a la implantación definitiva tras la acreditación por la Agencia Nacional ANECA de los nuevos títulos de máster y de doctor, así como del curso de Especialización de Trayectoria ETRAY de Gestión de Programas y Proyectos, que deberán satisfacer las habilitaciones capacitaciones profesionales que se han aprobado para sus titulados. Ya no se nos reclama como a nuestros predecesores el ser motores esenciales del desarrollo nacional, pero la alta tecnificación de los materiales, la implantación de nuevos sistemas constructivos, la innovación que posibilita la aplicación de las nuevas tecnologías y los nuevos papeles que se han de representar reclaman para los hombres y mujeres ingenieros facultativos militares una reforzada e importante misión que deben cubrir en nuestro Ejército. Como director de la escuela y coordinador de este monográfico, espero convencer al lector de que la ESPOL contiene un importante potencial que, convenientemente desarrollado, permitirá cubrir todas las expectativas, que puede crear un adecuado conocimiento de sus recursos y permitir el desarrollo de ideas convenientes que posibilitarán aún más su evolución con la perspectiva de un brillante futuro.■


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