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trarse bien; si al verdaderamente enfermo añadimos los hipocondríacos y, sobre todo, los que fingen una dolencia por motivos muy diversos (y esto sabemos que ocurre), la labor del galeno tiene que ser… En 23 de octubre de 1874, fue necesario cursar una disposición para los capitanes y comandantes generales de los departamentos y apostaderos para atajar el problema de los certificados médicos, que se redactaban «de forma vaga y a veces poco concreta». se señalaban algunas cuestiones a tener en cuenta, por ejemplo, que si se prescribía una licencia temporal para un embarcado, debía constar si podían asignársele servicios pasivos en tierra. Con el tiempo, las normas antes señaladas se fueron olvidando, hasta el punto de que se hizo necesaria una R. O. de 11 de marzo de 1904 —ministro de Marina José ferrándiz— que tenía como primer destinatario al inspector general de sanidad de la Armada, recordando el estricto cumplimiento de lo dispuesto el 23 de octubre de 1874. El espíritu que inspiraba la orden quedaba claro con solo leer su comienzo: «El infinito número de licencias que por enfermo se solicitan... ». p. g. f. 25.128.—Expediciones MISCELÁNEA una de las expediciones más gloriosas a nuestros territorios al sur de Mindanao fue la realizada, al mando del brigadier José Ruiz de Apodaca, a la isla de Balanguingui el 16 de febrero de 1848. Las fuerzas del ejército estaban constituidas por seis compañías de infantería, una de voluntarios zamboangueños, una sección de ingenieros y otra de artillería; y las de Marina por los vapores de guerra Magallanes, Elcano y Reina de Castilla; los transportes Constante, Guadiana y Senejayen; dos pailebotes de guerra y una división de la Marina sutil. Aunque la operación resultó un éxito, en la práctica se malogró, ya que al no dejar destacamento alguno la piratería volvería aparecer dos años después. J. A. g. v. 2018 595


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