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RUMBO A LA VIDA MARINA pero la arriesgada aventura de desembarcar en tierra no podía hacerse a lo loco, sino tomándosela con calma, preparando muy bien la estrategia a seguir. por eso los primeros insectos terrestres transitaron desde la branquia a la tráquea en varias y lógicas etapas, nada de dejar el agua de golpe, nada de cambios bruscos que son contrarios al espíritu de la evolución, cuyos progresos deben responder siempre a una paulatina adaptación al medio. y para comprender cómo se desarrolló este proceso, situémonos en los comienzos del período Carbonífero, hace 370 millones de años, cuando los continentes ya se habían reunido en uno solo, pangea, y la atmósfera contenía un 35 por 100 de oxígeno frente al 21 por 100 de hoy. Aquella gran concentración de oxígeno propiciaba las lluvias torrenciales, y gran parte de pangea se convirtió en un pantano en el que vegetaban enormes árboles que capturaban el CO2 del aire al efectuar su función clorofílica a la par que exhalaban más oxígeno, enriqueciendo gradualmente el ambiente de este gas. y también generaban mayor cantidad de agua procedente de lluvias y tormentas. Los cangrejos terrestres estaban a sus anchas, como en casa. y, de paso, con tanto oxígeno, el aire se hizo más inflamable y, con la complicidad de los rayos, el ambiente ardía con violentos incendios forestales, por lo que si había que elegir algún lugar donde la vida pudiese conservarse, ese era el agua dulce en sus más permanentes manifestaciones: los caudalosos ríos y multitud de extensos lagos que formaban el paisaje sobre el que volaba un insecto pionero, el meganeura, una descomunal libélula de un metro de envergadura alar y 70 cm de larga, del tamaño de muchas de nuestras águilas actuales, y cuyas larvas, llamadas náyades, al igual que ocurre con las de sus descendientes de hoy, se desarrollaban en el seno del agua dulce, respirando en esta etapa acuática, como no podía menos de suceder, por branquias. y al terminar su metamorfosis y una vez abandonada el agua, había que respirar el aire atmosférico y las branquias ya no servían para nada, con lo que muchos viejos artrópodos optaron por el sistema traqueal como solución. y con esta dualidad branquia-tráquea en su doble vida, el meganeura ni dejaba de ser un bicho acuático ni empezaba a ser definitivamente terrestre. pero le cabe el honor, eso sí, de ser la primera criatura voladora que hubo en la Tierra. pero la secuencia del paso de la branquia larval a la tráquea del adulto de meganeura se llenaría de lógica y razón, y hasta tiene un ilustrativo paralelismo en la otra vía evolutiva que conocemos, la de los deuterostomados: una rana pone sus huevos en el agua, de los que nacen unos renacuajos que respiran por branquias. y tras la metamorfosis, que es una gran revolución anatómica, estos abandonan el agua convertidos en una pequeña rana que respira con unos incipientes pulmones (sin entrar en detalles) para valerse en tierra. y, a diferencia de las tráqueas, como los pulmones eran lo mejor que se había inventado para respirar en lo seco, los sucesores de los anfibios, los reptiles, los mejoraron, y de los dinosaurios pasaron, muy perfeccionados, a las aves y, por otra rama, a los mamíferos. Mientras que el insecto, con sus tráqueas, aunque se vista de seda, en insecto se queda. 2018 517


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