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JUAN ANTONIO GÓMEZ VIZCAÍNO (55). Así que, cuando el 24 de abril de 1779 le llega a Rojas el ascenso a teniente general, las obras de fortificación en la plaza continuaban a buen ritmo y en el arsenal atraían la máxima atención las incipientes obras del cuartel de presidiarios y la cordelería, así como la actividad en los astilleros. No obstante, el abastecimiento de agua potable todavía presentaba ciertas dificultades y no estaba totalmente resuelto, a pesar de la fuente construida cercana a la machina para la aguada de las embarcaciones, que se surtía con agua procedente de los manantiales de la ciudad, ya que proporcionaban escaso caudal y con mucha irregularidad, pues era prioritario el atender a las demandas de los vecinos en las fuentes de la ciudad. Tan solo proporcionaba un ligero alivio en este aspecto el complemento proporcionado con los pozos y fuente construidos en 1750 por Feringan. Este los había excavado y levantado en los veneros surgidos en el transcurso de las excavaciones realizadas en el ángulo noroeste del nuevo muelle del arsenal, de las que manaba agua «fresca, limpia y cristalina », ya que «ocurre la novedad de haber sobrevenido un copioso manantial de agua dulce», siendo necesario para contenerlo el empleo de «6 bombas, y cantidad de baldes que incesantemente están trabajando día y noche» (56). Y es lo cierto que allí se abastecía, en una fuente llamada del Socorro, el personal de la maestranza y del presidio, ya que mientras de sus caños estuvo manando agua «la gente se llevaba barriles y pipas de agua, pues era dulce y transparente de mejor sabor que la del barranco que se bebía en la ciudad», mientras se resolvía la influencia que estos veneros tenían sobre la cimentación de las obras (57). Las relaciones que el ingeniero constructor naval francés Francisco Gautier mantuvo desde su llegada a España con los responsables de esta actividad fueron claramente discrepantes en los aspectos técnicos, alcanzando límites extremos cuando en 1767 redactó un informe a Arriaga criticando los barcos que se estaban construyendo en Ferrol y reprobando «cuantos navíos halló en él y en particular sobre el San Genaro construido con el asiento de Monticeli en Cartagena en 1764 bajo las recomendaciones de la Junta de Constructores de 1754». Esto dio lugar a una controversia en la que finalmente salió triunfante el llamado «sistema francés», que se impuso sobre el «sistema inglés», expresiones que se utilizaban para designar los seguidos por Gautier y Jorge Juan, respectivamente. Pero Gautier, a pesar de ser nombrado director general de construcciones y carenas y más tarde ingeniero general, quizá por su carácter desabrido, y a pesar de los apoyos de algunas autoridades, no pudo evitar fuertes encontronazos, por lo que el 9 de julio de 1774 ya había presentado la renuncia de todos sus cargos, basada principalmente en lo que él califica como «declarada aversión en toda la Marina a su persona» y la poca consideración de los (55)  Noveau Voyage en Espagne fait en 1777 et 1778, 1780. Recopilado por Cristina Torres-Fontes Suárez en Viajes de extranjeros por el Reino de Murcia, 1996. (56)  ANC, M–XI–n-C-2. (57)  AGS, Marina, leg. 376. 82 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 142


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