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JUAN ANTONIO GÓMEZ VIZCAÍNO circunstancias prescritas a las que anteriormente practicó en Guarnizo, Ferrol, Cartagena y la Habana, aprobando y queriendo se siga la de las fragatas construidas para la guerra en los mismos astilleros, manda «que en lo sucesivo, ni desde ahora se nombre, llame, pronuncie, imprima, ni escriba en sus astilleros, Arsenales, oficinas, relaciones, o informes de los bajeles de su real Armada la diferencia mal introducida de a la inglesa, ni a la francesa, pues es realidad no hay ninguna que verdaderamente lo sea; ni quiere el rey haya en sus dominios otra construcción que la española» (68). En la junta del 30 de julio, y acompañados de una real orden del día 18 anterior, ya se examinan los planos formados por el ingeniero general de los buques anteriormente citados, y en la de 23 de septiembre se examinan los dictámenes de los vocales, que junto con el comandante general confiesan sencillamente los más de ellos carecen de aquellos fundamentos en la construcción y después de una seria meditación y dilatadas discusiones se acuerda remitir a S. M. un informe, que reproducimos aquí por su interés: «… sobre las propiedades que debe tener un navío de guerra, deducen los vocales que todas pueden esperarse de lo que manifiestan los planos, pues por ellos se advierte, que los navíos tendrán bastante plan, competente manga, poca astilla muerta, y además tres pies de emparedamiento desde la línea del fuerte, a cuyas circunstancias es consiguiente que sean posantes, de aguante a la vela, y que tengan floreada batería, indicándose por la configuración externa de la obra viva que manifiestan las líneas de agua en la sección horizontal de los planos, que serán de buen gobierno, y de regular vela; siendo al mismo tiempo muy conducente para el caso de una varada, que estén macizos de popa a proa hasta la cabeza de planes, así como lo es para un combate que lo estén arriba y debajo de la línea de agua, a fin de que las valas penetren con mas dificultad el costado, o acaso no lo penetren. Y advierte en ellos que tienen otra vez las vitas dobles, que se les habían suprimido, y en que interesa el marinero. «Concordes hasta aquí los vocales, manifestó el Sub inspector D. Manuel Travieso, que lo es nato de la junta, su disentimiento en cuanto a la fortificación, por parecerle estar de mas los contratrancaniles y opinar que sólo son necesarias cuatro bulárcamas, o cuadernas desde el mamparo de la despensa hasta la escotilla de proa, considerando superfluas las demás; y que en lugar de los orcaces, de que siempre hay escasez, se pueden poner dormidos para la formación de los raseles de popa y proa, con lo que se conseguirá economía en jornales y madera, por las razones que expresa en su separado dictamen, que acompaña n.º 1; y reconvenido con la real orden de 16 de agosto de 1774, en que S.M., hablándose de la construcción de otro navío, se dignó aprobar la fortificación con los contratrancaniles, repuso sosteniendo su dictamen contra ellos, en los términos que manifiesta el documento n.º 2. Para más clara inteligencia de todo, acompañará también el papel n.º 3, en que el ingeniero general copiando el dictamen expresado del subinspector, satisface al margen de cada capítulo. El Intendente D. Alfonso de Alburquerque ha dado también su dictamen, y acompaña n.º 4 reducido a que se encuentra en los planos de navío de 70 la dife- (68)  ANC, LAJD, t. 4, sesión de 3 de marzo de 1777. 86 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 142


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