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brigadas de apoyo de fuegos: la brigada de artillería de campaña, que proporciona el apoyo de fuego próximo, y la brigada de artillería misil, que proporciona un apoyo en profundidad. En esta última, como hemos visto, se encuadran los misiles SS-26 Iskander. Las brigadas de misiles que hemos mencionado constan de tres grupos de artillería, con dos baterías cada uno, y estas a su vez con dos lanzadores cada una; en total, seis baterías y doce lanzadores. Esta organización nos hace pensar que probablemente cada grupo pueda actuar de forma independiente. Los aspectos más limitantes de estas brigadas son el escaso número de vehículos de mantenimiento (tan solo uno) y que solo haya un vehículo para el cálculo de datos. Otro problema para poder sacar todo el rendimiento a este sistema es la integración con los medios de inteligencia. Rusia ha dado un gran paso adelante tanto en medios de guerra electrónica como en el desarrollo de RPV/UAV, al tiempo que se han puesto en órbita nuevos satélites durante los últimos años y se han creado unidades de guerra electrónica. Aun así, obtener información táctica a 300 kilómetros a vanguardia del frente no es tarea fácil. «Las brigadas de misiles constan de seis baterías y doce lanzadores» La presencia de un volumen tan grande de artillería se explica mejor desde el punto de vista de la batalla profunda, que vio la luz de la mano del mariscal Tujachevski en los años 30 y fue perfeccionada durante la era soviética hasta convertirse en la base del arte operacional soviético7. En los años 80 el general Nikolai V. Orgakov retomó el concepto de la batalla profunda frente a la importancia dada en los años anteriores a las armas atómicas. Para ganar esas batallas era fundamental no solo tener unidades acorazadas, sino poder realizar fuegos en toda la profundidad del despliegue enemigo. Posteriormente, ya en el siglo xxi y al calor de las guerras de comienzo de siglo, el general Slipchenko8 siguió defendiendo por la importancia de estos fuegos, incluso anteponiéndolos a los combates terrestres convencionales. El principio de esta táctica es atacar simultáneamente en toda la profundidad del campo de batalla para dificultar la reacción de las reservas enemigas, así como la acción de mando y el apoyo logístico. Hay que reconocer que las capacidades de estas brigadas, básicamente su gran alcance, la dificultad de interceptación y la variedad de cabezas de guerra las hacen especialmente adecuadas para aplicar esta doctrina, lo que permite asignarles misiones muy diversas. Como hemos visto, fueron especialmente diseñadas para la supresión de la defensa aérea enemiga (misiones SEAD), así como radares y puestos de guerra electrónica (EW) mediante la combinación de misiles balísticos y de crucero. Concretamente el escudo antimisiles estadounidense, ubicado en Polonia y Rumanía, es particularmente vulnerable a este sistema. La cabeza termobárica es especialmente apta contra concentraciones de personal o blancos ligeramente protegidos, así como en combate urbano. Por otro lado, la cabeza antibúnker parece específicamente diseñada para atacar puestos de mando y fortificaciones. Un ataque que combine estas cabezas con las termobáricas puede tener efectos muy importantes contra el personal protegido en dichas instalaciones. Por su parte, las submuniciones perforantes son 27


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