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35 (conforme a lo señalado en el Corán), pagando los impuestos de riqueza y de capitación, en lo que sería para algunos un buen pasar, y la historia de España hubiese sido bien distinta si no llega a ser porque Munuza se encapricha de Adosinda, la hermana de Pelayo, y aquí ni las crónicas ni Sánchez de Albornoz aclaran del todo si con ánimo matrimonial o simplemente libidinoso, aunque la novela romántica y el teatro han sacado buen partido de este detalle de la historia. PELAYO, REBELDE Y CAUDILLO El astuto Munuza prepara el terreno para su ofensiva sobre Adosinda, para lo que envía a Pelayo a Córdoba en calidad de rehén3 o invitado con libertad restringida y allí, dicen las crónicas, conmovido este ante el atropello que sufren los cristianos y el menoscabo a que se encuentra sometido, decide escapar y volver a Asturias, el echarse al monte tantas veces repetido en la historia patria. Estamos en la primavera del año 717 y el destino de este hombre lo encamina a Covadonga. Ya en Asturias, tras descubrir lo sucedido con su hermana y después de una épica huida ante los esbirros del wali4 cordobés Al Hurr, enviados a por él, se encamina hacia el oriente asturiano, seguramente menos controlado que la zona central, donde debía de tener algún tipo de ascendiente sobre los astures de aquellos valles angostos. «Pelayo es elegido por astures, no como continuador de la legalidad goda, que también les es ajena, sino como igual entre ellos» Cueva y Santuario de Covadonga


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