Page 36

Revista_Ejercito_931

Para el verano del año 718, época de cosecha y trabajos comunitarios, o del otoño, cuando se bajan los ganados de las majadas de altura a los valles, es probable que tuviese lugar la asamblea, o aconceyamientu, en Cangas de Onís en la que Pelayo sería elegido caudillo de unos hombres que, durante siglos, habían demostrado llevar mal el yugo impuesto y a los que habría convencido mediante conversaciones y apelaciones a la libertad y a la fe cristiana durante los meses del año 718 que las crónicas nos escamotean. Este caudillo es elegido por astures, no como continuador de la legalidad goda, que también les es ajena, sino como igual entre ellos, como líder de una nueva legalidad que se crea con el acto asambleario, que aún no es institución, solo es rebelión, pero que, si hay suerte, será el embrión de algo totalmente nuevo, el reino de Asturias. Vaya lo anterior en relación con el llamado «neogoticismo», que aparecerá cuando dos centurias más tarde, al descender el reino hacia León, se intente convertir a los electores de Cangas en nobles godos y a Pelayo en hijo de un dux, Jura de Santa Gadea, obra de Marcos Hiraldez Favila, imposible de encontrar en las relaciones visigodas del Aula Regis. LA BATALLA DE COVADONGA El inicio de la rebelión es afortunado. Al Hurr no parece preocuparse de esos «asnos salvajes» que asaltan recaudadores de impuestos y mantienen a la pequeña guarnición musulmana en sus cuarteles. Córdoba está más interesada en progresar hacia la Narbonense y el siguiente wali, Al Samah, llegado el año 719, se preocupa de organizar el territorio hispano del sur, más rico, y de avanzar hacia la Galia, donde morirá en batalla ante el duque de Aquitania tras tomar Narbona en el año 721. Será el primer revés serio de los sarracenos. Su sucesor, Anbasa, llega en agosto de ese mismo año y, posiblemente para elevar la moral de sus huestes con una victoria fácil antes de retomar los asuntos galos, envía al inicio de la primavera siguiente, en el 722, a un tal Al Qama al frente de un ejército para acabar con los rebeldes del norte. Este ejército debió de entrar, 36  /  Revista Ejército nº 931 • noviembre 2018 como casi todos, por el Camino de la Mesa, sometiendo todos aquellos asentamientos que los informes de Munuza indicaron como rebeldes. Avanzando por el valle del río Piloña, debió de progresar más tarde, desde Arriondas, Sella arriba, hasta Cangas de Onís. Para entonces Pelayo y sus hombres se habían recogido hacia la zona del monte Auseva y la Cueva Dominica (de la Señora)5, así conocida en la época, que está colgada a 30 metros de altura en medio de un murallón rocoso. Allí contaban con la fortaleza del terreno para la defensa y también, a través de los Picos, con una vía de escape hacia Valdeón, una especie de valle santuario en medio de la cordillera y entonces de imposible acceso para una fuerza articulada como la sarracena. Es probable que se viesen en las últimas. Al Qama avanzó hacia Covadonga, el 28 de mayo del año 7226, seguramente tranquilo, pues el valle es amplio y despejado en comparación con otros lugares. Le acompañaba, dicen las crónicas, el taimado obispo Oppas, hijo de Witiza y ya traidor a


Revista_Ejercito_931
To see the actual publication please follow the link above