Page 5

Revista_Ejercito_931

5 En poco tiempo, concretamente el año 191 a. C., y gracias a que Cartago no tuvo que mantener un ejército permanente ni hacer frente a los gastos de costosas campañas militares, la ciudad púnica estuvo en disposición de liquidar por completo la deuda que debía satisfacer en cincuenta años. Roma se negó, pues prefería un pago anual que recordara a los cartaginenses que habían sido vencidos por los romanos. Las medidas de Aníbal, que combatió la corrupción de los oligarcas, no gustaron a la aristocracia cartaginesa, cuyos miembros escribieron al Senado romano acusándole de connivencia con Antíoco III para comenzar una nueva guerra. Con la oposición de Escipión, los padres conscriptos enviaron a Cartago a una delegación con la misión de arrestar a Aníbal y llevarlo a Roma. El otrora general cartaginés huyó antes de ser apresado y recaló, confiado, en la corte del rey Prusias de Bitinia. Sin embargo, su anfitrión lo traicionó y le vendió a los romanos. Antes de ser detenido, se suicidó el año 183 a. C. Mientras tanto aprovechando su ascendiente sobre Roma, Masinissa, el rey númida, contraviniendo los acuerdos firmados por Cartago y Roma, se fue apoderando poco a poco de territorios que no le pertenecían. Los cartaginenses apelaron al Senado de su tradicional enemigo que, inicialmente, reprendió al monarca. Pero esta política cambió tras la victoria romana sobre griegos y macedonios en Pidna, en el 168 a. C., a pesar de que Cartago había suministrado ingentes cantidades de trigo y cebada al ejército que derrotó a Perseo, el rey de Macedonia. Masinissa acusó falsamente a los cartaginenses de simpatizar con la causa de aquel y con la de otros muchos pueblos sometidos al dominio romano. El año 165 a. C., y con la aquiescencia de Roma, que fallaba a favor de su viejo aliado las justas quejas de los cartagineses, Masinissa conquistó la ciudad de Emporia. Con posterioridad ganaría otros territorios, hasta que la frontera de Numidia solo estuvo a 100 kilómetros de Cartago. Los padres conscriptos enviaban comisionados a la ciudad púnica para dirimir las diferencias entre Masinissa y sus antiguos adversarios, pero el arbitraje siempre favorecía al rey. En una de esas embajadas, la del año 153 a. C., viajó el anciano Marco Porcio Catón, que tuvo oportunidad de comprobar la prosperidad que había alcanzado Cartago. Los intercambios comerciales con Oriente y otros puntos del Mediterráneo, la falta de un ejército que mantener y los años de paz habían permitido que la riqueza generada se invirtiera en la ciudad y que la ancestral república cartaginesa recuperase su pasado esplendor. Catón quedó sobrecogido por la suntuosidad y ostentación que vio no solo en los templos, sino en las casas Marco Porcio Catón


Revista_Ejercito_931
To see the actual publication please follow the link above