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de los ciudadanos españoles y deberán cesar tan pronto como esa exigencia ineludible sea satisfecha…»10 A lo largo de la madrugada, la Guardia Civil se fue replegando y la Guardia Nacional fue ocupando las posiciones que abandonaba. El día 27 de febrero una orden del presidente de la República comunicaba a los mandos españoles de la Guardia Nacional que entregaran sus mandos y sus viviendas a los oficiales nativos y quedaran en la situación de asesores técnicos hasta nueva orden. «La Fuerza española en el territorio desconocía el golpe; en ningún momento participó, pero sufrió las consecuencias» Ese mismo día Santa Isabel amaneció tomada por la Guardia Nacional. El capitán Manuel Pizarro Quesada se había quedado como jefe de la Guardia Nacional tras la destitución de Quijano. Con sus oficiales, desarrollan una actividad frenética tratando de calmar y apaciguar a las tropas guineanas, ya desafectas a su mando, que habían establecido controles por toda la ciudad y en puntos neurálgicos como los dos muelles del puerto y el aeropuerto. Tropas uniformadas, junto con juventudes de Macías, caldeadas por los diarios discursos del presidente contra España en la radio, amenazaban, retenían, vejaban y robaban a civiles españoles que se habían atrevido a salir a la calle o que se dirigían en coche hacia los lugares de embarque. Se pudieron detener muchas acciones contra la población civil, pero no se podía estar en todas partes. Pero ese día 27 termina con el presidente Macías decretando el estado de excepción en todo el territorio nacional, que prohíbe la libre circulación Cap. Manuel Pizarro (Archivo familia Pizarro) de toda clase de personas, tanto africanos como europeos. Manuel Pizarro Junquera, hijo del capitán Pizarro, nos relata sus recuerdos de adolescente entonces: «…Recuerdo que salimos en vuelo de Iberia hacia España el día 1 de marzo …. El vuelo se llenó preferentemente con mujeres y niños de ciudadanos españoles. Prácticamente viajábamos con lo puesto. Cuando despegó de la pista, el profundo silencio y tristeza en que nos encontrábamos solo se vio interrumpido por las sollozos de aquellas mujeres que dejaban allí a sus maridos en inciertas circunstancias… ». El 1 de marzo, el capitán Sevillano, recibe una orden de expulsión, aprovechando 58  /  Revista Ejército nº 931 • noviembre 2018 esta circunstancia evacuó a quince españoles de Niefang en un microbús que llegó sin interrupción hasta las proximidades del campamento de la Guardia Nacional de Bata. Allí les recibió el alférez nativo Marcos, con quien Sevillano tenía amistad. Marcos solicitó por teléfono permiso para que el microbús siguiera hacia el acuartelamiento de la Guardia Civil, pero recibió la orden de encarcelar a Sevillano, lo que hace a su pesar. Sevillano se ve preso sin saber las causas, no tiene conocimiento de lo que pasa fuera ni lo que ha sido del microbús donde estaban los civiles evacuados de Niefang, incluyendo su mujer y tres hijos. Mientras tanto, en Santa Isabel, el 3 de marzo se decide evacuar a las familias de los guardias civiles, marinos y militares restantes utilizando el mismo avión en que llega el nuevo embajador, Pan de Soraluce. El día 4 desaparecen los controles de la calle y quedan solo en la carretera del aeropuerto. El día transcurre tranquilo11.


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