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OPERACIONES POSTERIORES A 1957 EN EL SÁHARA ESPAÑOL Ignacio Fuente Cobo Coronel. Artillería. DEM EL SÁHARA ESPAÑOL EN 1957 A comienzos de 1957 la situación en el Sáhara español era muy tensa. La adopción por parte de las autoridades españolas de medidas impopulares, como la introducción de los impuestos indirectos adoptada en marzo 1954, junto con una torpe política de contribuciones directas sobre la riqueza que gravaba el patrimonio ganadero en unos momentos de aguda sequía en la zona, fue considerada por los nativos saharauis como algo denigrante, lo que alentó la desafección hacia España y favoreció la aparición de un ambiente propicio para el desarrollo de actividades hostiles contra las fuerzas militares españolas allí estacionadas. A ello se sumó la escasez de las fuerzas militares existentes en el territorio del Sáhara, lo que imposibilitaba el llevar a cabo coactivamente los planes fiscales del gobierno español. Consecuentemente, tras darse cuenta del error, la Dirección General de Marruecos y Colonias suspendió en abril de 1956 el cobro de las exacciones directas a instancias del gobernador del África Occidental Española, el general Pardo de Santayana, quizá la persona que mejor entendió los efectos de esta política. Pero para entonces el daño estaba ya hecho1. El resultado de estas medidas tan inoportunas, adoptadas en unos momentos en los que, con la independencia de Marruecos y el comienzo de la guerra colonial en Argelia, el norte de África estaba sufriendo una profunda conmoción política, fue un cambio de la percepción social. La población nativa que, en su gran mayoría, se había mostrado hasta entonces muy leal, pasó de oponerse a los impuestos, a cuestionar la soberanía española2. En Tan Tan, en el norte del territorio, se produjeron algunos conatos de rebeldía entre los soldados indígenas de la Compañía de Tropas Nómadas, de los que los más conflictivos fueron desarmados y licenciados3, lo que obligó al envío desde la Península, así como desde Canarias, de varias compañías para mantener el orden. La situación de las fuerzas militares españolas tampoco era buena. A comienzos de 1957, España mantenía una débil guarnición compuesta por unos 3 000 soldados que se distribuían de la siguiente manera4: •  En el Sector Norte de Cabo Juby y del Draa: el II Grupo de Policía Indígena del Draa, un Destacamento de Automovilismo y la Unidad de Mar, así como destacamentos 30  /  Revista Ejército nº 932 • Extraordinario noviembre 2018 de artillería, sanidad, intendencia y transmisiones y tres secciones del III Tabor de Tiradores de Ifni5. Además, el Ejército del Aire contaba con el aeródromo de Villa Bens. •  En el Sector Centro de Seguía al Hamra: la plana mayor y tres compañías del III Tabor de Tiradores de Ifni, el III Grupo de Policía Indígena, la XII Bandera Legionaria perteneciente al 4.º Tercio, y varias compañías expedicionarias del Canarias 50 y del Fuerteventura 56, junto con destacamentos de Automovilismo y la Unidad de Mar, el Escuadrón de Autoametralladoras de Caballería y destacamentos de artillería, sanidad, intendencia y transmisiones. •  En el Sector Sur de Río de Oro: una compañía del III Tabor de Tiradores de Ifni, el IV Grupo de Policía Indígena y destacamentos de transmisiones, automóviles, zapadores, artillería y Unidad de mar. Igualmente, el Ejército del Aire podía contar con el aeródromo de Villa Cisneros. La inestabilidad producida por la independencia de Marruecos en marzo de 1956 motivó que, en junio de ese año, la XIII Bandera de la Legión recientemente formada, se estacionase en el acuartelamiento de Rayen-Mansur en El Aaiún. Al mismo tiempo, el mando aéreo de Canarias fue reforzado con un escuadrón de bimotores Heinkel 111, diseñados como bombarderos medios en los años treinta y otro de aviones de transporte Junkers. Estas medidas indicaban la creciente preocupación de las autoridades españolas ante el cariz que iban tomando los acontecimientos y la necesidad de crear una pequeña masa de maniobra suficientemente apoyada desde el aire capaz de enfrentarse con éxito a las actividades del Dij Tahrir o Ejército de Liberación (EL) que empezaba a hacer su aparición en el territorio del Sáhara. Aunque inicialmente sus acciones de hostigamiento estaban dirigidas contra el ejército francés, el Mando español era consciente de que, más temprano que tarde, acabarían por afectarle. Pronto se demostró lo acertado de estas medidas previsoras. La contundencia de la respuesta francesa,


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