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Uno de los campamentos de militares españoles en el Sáhara Occidental de la guarnición limitada a 60 nativos y 12 españoles del Grupo de Tropas Nómadas, se decidió el envío urgente de una compañía de la XII Bandera de la Legión. Finalmente no hubo ataque, pero la conclusión que se sacó era la de que los puestos interiores resultaban indefendibles dadas las limitaciones de personal, por lo que se decidió abandonarlos concentrando todas las fuerzas en el litoral8. Durante los meses de septiembre a noviembre de 1957 se procedió a la evacuación de todos los puestos interiores del Sáhara dirigiéndose sus guarniciones peninsulares a los asentamientos de la costa. Su defensa quedó en manos de los soldados indígenas que, decepcionados, terminaron desertando. A finales de año, las fuerzas españolas tan solo conservaban Villa Bens, El Aaiún, Villa Cisneros y La Güera en la costa, mientras que el interior del Sáhara estaba en poder de las bandas del EL. El licenciamiento del reemplazo de 1955 hizo más difícil la situación al reducir la guarnición del territorio de Ifni y Sáhara en unos 1 500 hombres, cuando las estimaciones del estado mayor para el territorio del Sáhara contemplaban unas necesidades de personal que eran el doble de las existentes. Conservar el territorio exigía poder contar con un mínimo de cinco batallones: tres para guarniciones de las tres regiones en que se dividía el Sáhara y dos más para ejecutar operaciones móviles contrainsurgentes9. La carencia de fuerzas suficientes para emprender acciones ofensivas obligó al general Zamalloa a reorganizar sus fuerzas y concentrarlas en las cabeceras regionales de Villa Bens y El Aaiún, mientras que en Villa Cisneros desplegó la recientemente llegada IV Bandera de la Legión. Se lograba así una cierta homogeneidad orgánica, ya que se disponía de dos banderas de la Legión completas, una en El Aaiún (la XIII) y otra en Villa Cisneros (la IV), lo que junto con el III Tabor del Grupo de Tiradores reducía el déficit de fuerzas necesarias a dos batallones. Pero si el número de soldados era escaso, tampoco era bueno el estado del armamento dado que, exceptuando el de la Legión y Paracaidistas, era antiguo y defectuoso. Los soldados utilizaban viejos mosquetones Máuser cuyo diseño databa de 1893 y, en vísperas de la guerra, cada soldado disponía solo de 288 balas. Más preocupante era lo referente a medios de transporte en el Sáhara donde, dada la extensión del territorio, se precisaba motorizar a dos banderas de la Legión para atender las necesidades operativas al tener que cubrir grandes distancias, lo que exigía 184 camiones, 50 más de los existentes. Los medios 32  /  Revista Ejército nº 932 • Extraordinario noviembre 2018 de transporte aéreos eran veteranos aviones Junker y Heinkel procedentes de la Guerra Civil, con frecuencia más peligrosos para sus pasajeros y tripulantes que para el enemigo. Lamentablemente, estas carencias coincidían en el tiempo con la existencia en la Península de más de 150 modernos cazas a reacción F-86 Sabre que cumplían con su programa de instrucción de paz en la península sin que pudieran ser utilizados en África, al ser material cedido por los Estados Unidos en el Convenio Bilateral de 1953, que establecía limitaciones de uso. La limitación de efectivos hizo que se solicitaran nuevos refuerzos a la Península, de donde llegaron por vía aérea a Villa Bens entre los días 5 y 11 de noviembre la II Bandera de la Legión y a El Aaiún la VI Bandera, mientras se preparaba en Melilla el Batallón Disciplinario de Cabrerizas para ser transportado por los cruceros de la Armada a Villa Cisneros. De esta manera se completó la masa de maniobra necesaria para realizar operaciones ofensivas, al tiempo que se mantenía una fuerza residual suficiente para garantizar la defensa de las villas costeras. La rapidez y eficacia en el transporte de estos refuerzos, sin los cuales no hubiera sido posible el mantenimiento de la presencia española en África, exige hacer un reconocimiento al esfuerzo del Ejército del Aire y de la Armada por transportar tropas, municiones y material teniendo en cuanta la escasez de los medios. El enorme esfuerzo logístico es fácil de entender al contemplar que solo para el Sáhara era necesarios transportar cada 15 días 500 000 litros de carburante, 300 Toneladas de agua, 300 Toneladas de munición, 200 Toneladas de víveres y otras 100 Toneladas de material diverso.


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