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zaron a tomar la iniciativa pero limitada a liberar unos pocos puestos que aún seguían estando sitiados y a asegurar un perímetro defensivo alrededor de Sidi Ifni. Más iniciativa hubo en el Sáhara, donde con la ayuda francesa se iniciaron acciones de persecución y desarticulación de las bandas guerrilleras. Antes de la llegada de los refuerzos, en Ifni fueron capturados los 12 defensores de los puestos de Tabelcut (entre los que se encontraban los citados cabo 1.º de la Guardia Civil, su mujer y dos hijos), 12 en Hameiduch y 9 en Tamucha, y los 7 ocupantes del faro de cabo Bojador en el Sáhara, entre los que se encontraban los operadores del faro y sus mujeres, que cayó el día 30 de noviembre. Las unidades españolas hicieron unos 2963 prisioneros del EL entre octubre de 1956 y febrero de 1958. Todos estos prisioneros fueron devueltos a Marruecos y recibieron un buen trato por parte de las tropas españolas, tanto en su captura como en su custodia, conscientes de su importancia para posteriores negociaciones. A primera vista se podía pensar que los puestos citados fueron abandonados a su suerte; sin embargo, el general Zamalloa no tuvo otra opción debido a las escasas fuerzas de las que disponía hasta la llegada de los refuerzos; así se expresaba el 24 de noviembre4: «Los destacamentos del campo se encuentran en una situación francamente grave, pese al gran espíritu con que se defienden… Creo que no podrán mantenerse por mucho tiempo. El agua, los víveres y las municiones empiezan a escasear en muchos de ellos. Su evacuación es del todo imposible pues traería como consecuencia un grave descalabro5. Estas guarniciones están cumpliendo una misión importantísima, ya que me descongestionan de peligro el poblado de Sidi Ifni, misión básica que cumplir, según lo ordenado por Madrid. Para acudir en su ayuda tiene que ser por tierra, con efectivos mínimos de un batallón. Como es imposible distraer fuerzas de Sidi Ifni, que cumplen la misión fundamental, preciso el envío de un batallón, que beneficiaría a Sidi Ifni y al campo». Al abandonar los puestos que cayeron también se abandonó a los caídos, cuyos cuerpos jamás fueron recuperados por haberse reducido el territorio ocupado por España a la capital Sidi Ifni hasta un perímetro defensivo de unos pocos kilómetros alrededor de esa capital; tampoco fueron devueltos por el EL, ni por el Gobierno marroquí. Sirva este artículo también como entrañable recuerdo. Para describir la caída de los puestos de Hameiduch, Tabelcut, Tamucha y Cabo Bojador seguiré el relato de los generales Casas de la Vega y Bataller Alventosa, además del testimonio del soldado Alfonso Alsúa Irurzun. CAÍDA DE HAMEIDUCH La guarnición del pequeño puesto de Hameiduch (en la región de Tagragra, al norte del territorio), al mando del sargento José Osorio Ramírez, estaba compuesta por un pelotón de Tiradores de Ifni, diez soldados y dos Policías Indígenas. Se enfrentó a un enemigo diez veces superior. En la mañana del 23 de noviembre se perdió toda comunicación con el puesto y, según el relato de los prisioneros, después de haber presentando una tenaz resistencia y una vez se acabaron los medios de defensa el puesto cayó en manos de los guerrilleros. Sin conocer exactamente qué les había sucedido, la guarnición fue declarada como «desaparecida», al igual que el resto del personal de las guarniciones de los otros puestos perdidos. El general Bataller destaca la heroica acción del único soldado Indígena del puesto, ya que se hizo cargo él solo de la defensa del pozo que había en las proximidades del puesto hasta su captura, no sin antes ser herido en un hombro. Sufrió el mismo cautiverio que el resto de españoles presos. El nombre del sargento Osorio no aparece en el listado de prisioneros, ya que durante su traslado a Marruecos intentó evadirse y fue asesinado por sus captores. Su cuerpo jamás fue recuperado. CAÍDA DE TABELCUT El puesto fronterizo de Tabelcut, a 33 kilómetros al norte de Sidi Ifni, estaba guarnecido por un pelotón de policía al mando del teniente Felipe Sotos, con un cabo 1.º de la Guardia Civil, cinco Policías españoles y cuatro Policías Indígenas) y una mujer y dos niños, la familia del cabo 1.º de la Guardia Civil. El puesto fue atacado, como el resto, al amanecer del 23 de noviembre. En una acción muy rápida, el enemigo, diez veces superior, consiguió romper la alambrada y rodear el puesto haciendo fuego desde posiciones muy próximas. El teniente jefe del puesto ordenó la defensa desde las edificaciones y desde los pisos superiores, pues el enemigo había ya atacado la planta baja. A la planta superior se llevó algo de comida, agua y tres cajas de munición, pero no se pudo trasladar la radio por haber sido destruida por el enemigo. El enemigo iba acumulando recursos, provenientes de Marruecos, para sitiar el puesto, y llegó a emplazar el día 24 de noviembre dos morteros. El jefe del puesto siguió dando órdenes para mantener la defensa, a pesar de la escasez de víveres y municiones, y para salvaguardar la vida de la mujer y los niños. El día 25 se presentó ante el puesto el que dijo ser el caíd de Tiznit, enviado por el gobernador 42  /  Revista Ejército nº 932 • Extraordinario noviembre 2018 de Agadir, que venía con el encargo de «hacerse cargo del puesto en nombre y representación del Gobierno marroquí que, estando en buenas relaciones con el de España, deseaba terminar con aquel estado de cosas y poner la guarnición a salvo del Ejército de Liberación»6. Ante la falta de víveres y de agua, el teniente Sotos decidió entregar el puesto a las autoridades legales marroquíes, por lo que exigió a su interlocutor la garantía cierta de la autoridad de el supuesto caíd. Poco tiempo después


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