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Dentro de la 1.ª Brigada Aérea, estaba la 7.ª Escuadra de Caza, y a ella fueron a parar los cazas alemanes: 110 7.ª Escuadra (comandante Joaquín García Morato). - Grupo 5-G-5 (comandante José Muñoz Jimé-nez- Millas). Escuadrilla 1-E-5 (capitán Miguel García Pardo). De aviones He 112. Escuadrilla 2-E-5 (capitán Javier Murcia Rubio). De aviones Bf 109. Creemos que entonces sí se consiguió un anhelo de Fran-co: crear un Ejército del Aire (que se materializaría pocos meses más tarde de las manos de un nuevo jefe, el general Yagüe) con aviones foráneos y personal propio. Conclusiones e interrogantes finales Hemos profundizado notoriamente en los complejos mo-vimientos políticos y militares que tuvieron que llevarse durante la guerra de España ante la noticia de que el princi-pal apoyo cualitativo de Franco podría dejar la contienda (a costa de perder el crucial factor del personal de vuelo ale-mán, como fue resaltado por el propio Franco). Ya se ha vis-to que todo fue producto de una mera hipótesis (eso sí, con bases firmes) que, como hemos demostrado documental-mente, pendió como una espada de Damocles sobre alema-nes e italianos en relación con sus propias políticas europeas y, a veces, tuvo serios visos de convertirse en realidad. La idea originaria de Franco, envanecido por el progreso de la guerra hasta la primavera de 1938, de quedarse con el material de la Legión Cóndor para afianzar su propio ejército (en la que, probablemente, también tuviera cabida el material italiano) estuvo sometida a un largo debate político-militar que para el Gobierno de Burgos evolucionaba en función de la campaña. Berlín, por su parte, tuvo que considerarla bajo dos enfoques estrechamente relacionados con su expansio-nismo europeo: sacar al personal de España para acometer la incorporación militar de Austria y los Sudetes, y estrechar los vínculos comerciales con Franco para garantizarse el suministro de materias primas para su industria de guerra. Pero en esta evaluación, Berlín nunca perdió de vista –ni el contacto- con Roma, que pese a pactar con Londres una progresiva reducción del CTV para afianzar su propia política en África, se mostraba reacia a abandonar del todo España. Todo este análisis nos permite extraer algunas conclusiones y varios interrogantes. Sin embargo, esta hipotética salida de la Legión Cóndor de la guerra también nos genera una serie de interrogantes: ¿alemanes e italianos mostraron en algún momento (abierta o veladamente, de manera respectiva) su deseo de dejar de intervenir militarmente en España convencidos de que, en breve, la victoria sería de Franco? Probablemente sí. La di-visión del territorio republicano en dos grandes zonas (Zona Norte catalana y Zona Centro sur) quizás hizo pensar a Berlín y Roma que la dinámica de la guerra, aunque les disgustara que fuera planteada por Franco como una contienda de des-gaste a la usanza de la Primera Guerra Mundial, conduciría, más tarde o temprano, a una victoria para el bando nacional. En relación a dicho planteamiento, la victoriosa defensa de Valencia en la línea X-Y-Z por parte del Ejército Popular, así como la correosa resistencia de unas ya mermadas -pero aún peligrosas- Fuerzas Aéreas Republicanas (FAR) analiza-das por Mallench y Vicente51, ¿fueron dos elementos a tener en cuenta por los germano-italianos para mantener la pre-sencia humana y material en España? Aquí nos inclinamos a pensar que sí resultaron elementos decisivos a la hora de mostrar a Franco que la República aún no estaba vencida. Y, aun así, si hemos de hacer caso a la reunión del infante de Orleáns con Fith (Volkmann) y Plocher, el 13 de julio, sin valorar los resultados de la ofensiva de Levante (que aún estaba en su curso final) y sin contar con la sorpresa que le depararía al bando nacional la ofensiva republicana del Ebro, los alemanes aún seguían pensando en dejar España. Por otro lado, habida cuenta del enorme trasiego diplo-mático ocurrido entre Berlín, Burgos y Roma a cuenta de la posible salida de la Legión Cóndor ¿tuvo conocimiento el Gobierno de Juan Negrín (y, por extensión la Unión Soviética) de esta posibilidad? Nada ha trascendido al respecto en la documentación y bibliografía publicada. Ángel Viñas no se ha hecho eco de ello en la trilogía que le ha dedicado a la Repú-blica52, ni tampoco aparecen referencias en la reciente y do-cumentadísima publicación sobre el papel de Indalecio Prieto en la contienda, ministro de Defensa Nacional al iniciarse la ofensiva sobre Levante53. Y por último , después de tantos años, es fácil analizar con retrospectiva hechos como el que analizamos aquí que, de haberse consumado (o sido conocidos por el gobierno repu-blicano) podrían haber dado un giro a la contienda; pero no es menos cierto que este desconocimiento también podría haber afectado al bando de Franco, pues cuando en la pri-mavera de 1938 los alemanes e italianos se estaban cuestio-nando los efectos políticos y militares de su permanencia en España, el Gobierno de Negrín recibía el espaldarazo econó-mico de Moscú para mantener el pulso en Levante y apun-talar sus propias apuestas político-militares: la ofensiva del Ebro, la retirada de las Brigadas Internacionales y aguardar el resultado del choque entre fascismos y democracias en la conferencia de Munich (julio a septiembre de 1938). NOTAS 1 Hemos utilizado el texto publicado por F.G. Landáburu “Los protocolos de Hossbach” en Historia Militar, n.º 338; mayo-junio 1970. 2 A fin de contextualizar este documento con los acontecimientos de Es-paña, en esos momentos el Gobierno republicano se preparaba para iniciar la conquista de Teruel, mientras que Franco planificaba una repetición de la fracasada ofensiva italiana por Guadalajara en 1937 para aislar y tomar Madrid. 3 Hitler no andaba muy desencaminado ante esta eventualidad. El 13 de marzo de 1938, después de la anexión alemana de Austria, se reunió en Pa-rís el Comité Permanente de Defensa Nacional en el que el Gobierno francés evaluó la posibilidad, por razones estratégicas, de intervenir en la guerra de España. Entre las múltiples opciones que se barajaron se encontraba la in-vasión de Mallorca, pero se desechó por la debilidad de la aviación francesa. 4 Landáburu, op, cit, página 66. 5 Estos acuerdos, llevados a cabo mediante los consorcios HISMA/ROWAK, han sido estudiados ampliamente por A. Viñas en El honor de la República (Crítica, 2009. Barcelona; pp.107-122) y P. Barbieri La sombra de Hitler: El imperio económico nazi y la Guerra Civil española (Taurus, 2015). Como cu-riosidad, cabe decir que los alemanes trataron de sacar el mayor partido al conflicto español hasta el punto de venderles material bélico germano ¡a los republicanos! Este tráfico ha sido analizado por G. Howson, e involucraba a empresas de armamento alemanas y austriacas y altos jerarcas nazis como el propio Goering. El servicio de espionaje del bando nacional supo que el Reichmarshall se llevaba una comisión de una libra esterlina por cada fusil Máuser de un pedido de 750.000 unidades fabricadas por una empresa austríaca en marzo de 1938. Estos fusiles fueron vendidos a una empresa griega que se los hacía llegar a la República. La captura de material fabrica-do alemán despertó las alarmas del Gobierno de Burgos, que denunció –tar-díamente- el hecho al Gobierno griego del general I. Metaxás (Armas para España. Península. Barcelona; pp.278 y ss). 6 La propuesta de expansionismo era contundente, pero no fue bien acogida por algunos políticos y militares alemanes. Von Blomberg y Von Fritsch se opusieron a la guerra porque consideraron que Alemania no estaba preparada y fueron destituidos el 4 de febrero de 1938. Hjalmar Schach, ministro de Economía dimitió porque los gastos militares estaban provocando la inflación en la economía alemana (y protestaba por la inje-rencia de Goering, a quien consideraba un incompetente en finanzas, en la economía del Reich. 7 La ayuda alemana a España, San Martín, 1975, página 97. Hidalgo insiste en la oposición de Volkmann a la política militar de Franco, aduciendo –sin proporcionar la causa- la destitución de Von Blomberg, Von Fritsch, Schacht y Neurath, quizás porque Hitler les consideraba opuestos a sus planes. 8 Hitler´s Luftwaffe in the Spanish Civil War. Greenwood Press; 1983, página 182. 9 La Legión Cóndor. Plaza y Janés. Barcelona, 1978; pp. 242 y ss.


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