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de la fundada por Pujol Comabella y Cia, con la experiencia en sus talleres del estaño. La empresa había intenta-do 52 entrar en el mercado de la aviación antes del estallido de la Gran Guerra con el monoplano Kondor Taube de origen alemán, pero el comienzo de la contienda impidió este proyecto por carencia de materias prima. Posterior-mente inició su andadura aeronáutica con el director técnico Salvador He-dilla Pineda, destacado pionero espa-ñol, y a su muerte, sustituido por Jorge Loring; consiguieron versiones del Vendome, el Spad 7 (parte de cuyos planos se obtuvieron a través de la Ae-ronáutica Militar), denominado Pujol Spad 7, o el Caudrón cuando la em-presa ya se denominaba Talleres He-rreter. Otra empresa destacada es Car-de y Escoria, de Zaragoza, especiali-zada en fabricación de vagones de tren, que creó una sección de ae-ronáutica dirigida por el capitán (en excedencia) José Ortiz de Echa-güe y que fabricó para la Aeronáuti-ca Militar 12 aviones Maurice Farman MF.7 y posteriormente una serie de 12 Barrón Flecha en los que se instala-ron motores Hispano-Suiza de 140 Hp. A pesar de las aportaciones de estas empresas, a principios del año 18 la situación de la flota era desastrosa. Las roturas, el desgaste natural, la caniba-lización de unos aparatos para reparar otros y los accidentes habían dejado a la Aeronáutica Militar prácticamente sin aviones para mantener unos mínimos en enseñanza y entrenamiento del per-sonal. Como indicadores de esta situa-ción destaco dos cosas: En diciembre de 1917 la Aero-náutica Militar consigue hacer-se oír y convoca un concurso de selección de aeroplanos del que luego hablaré. Un año después, con el proble-ma sin solucionar, dado el estado del material aéreo y la peligrosi-dad de volar en esos gastados aviones, el general Echagüe, na-da más hacerse cargo de la Aero-náutica Militar, prohíbe los vuelos de toda la flota. Acabo la breve presentación con la reciente creación por Decreto de 13 de septiembre de 1917 de la Aeronáutica Naval que ya contaba con 12 pilotos y 3 observadores formados en las promo-ciones de la Aeronáutica Militar, pero ca-recía de aviones, globos y dirigibles a la espera del resultado de la Guerra Mun-dial para poder comprar, pues deseaba tener modelos plenamente probados. Proyectaba su futuro con una escuela en Cartagena, una factoría para fabricación de aeronaves y tres bases principales en Cartagena, Cádiz y Ferrol. En abril del 18 se designó como jefe de la Aeronáu-tica Naval al capitán de corbeta Pedro María Cardona Prieto. Igualmente debemos conocer la si-tuación de la aeronáutica en Europa, sumida en plena guerra. Los hechos habían dejado muy atrás la lapidaria frase del mariscal Foch, director de la Handley Page; el «grandón». Foto AHEA «La conquista del aire». Titular del diario El Día


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