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5 En síntesis, es lo que ha acontecido en Jaén desde la más remota antigüedad hasta nuestros días. Pero, antes de escri-bir lo que aeronáuticamente ha tenido lugar en las tierras jie-nenses hay que matizar que la aeronáutica como casi todos los grandes descubrimientos ha pasado por diversas fases; desde la imaginación, estudio e invención hasta la experi-mentación y utilización. Y es que mucho antes de que le fuera posible volar, el hombre atravesó los aires con su imaginación, pues su capa-cidad de pensar le hizo acariciar desde siempre un sueño in-quebrantable que tardaría muchos siglos en llegar a realizar... ¡volar! Ya la mitología griega plasmó este deseo en las aventuras de sus dioses... Desde la leyenda de Dédalo y su hijo Ícaro, que consiguieron escapar del laberinto donde habían sido encerrados gracias a unas alas de plumas unidas con cera, hasta los tiempos más cercanos, 1903, en los que los herma-nos Wright efectuaron el primer vuelo con un avión a motor, la humanidad ha dejado escrito un largo relato de fantasías y realidades aéreas en aras de un incontenible deseo de imitar a los pájaros. No podemos precisar el momento en que empiezan los in-tentos del hombre por conquistar el aire, por elevarse con medios artificiales o navegar por la atmósfera, pero la idea y el deseo de realizar estos experimentos podemos asegurar que son tan antiguos como la humanidad misma. El sueño de volar se hizo realidad cuando los hermanos Joseph y Etiénne Montgolfier efectuaron en Annonay (Fran-cia), el primer experimento público de lanzar al aire un globo inflado con aire caliente. Este evento, realizado el 4 de junio de 1783, fue todo un éxito: el globo sin barquilla ni pasajero subió hasta una altura de casi dos mil metros. Meses más tarde se preparó un globo de seda azul y oro con una galería circular en la base para que pudieran estar dos personas, y por debajo de ellas un soporte para el fuego. Pilâtre de Rozier y el marqués de Arlandes fueron las dos personas a las que les cupo la gloria de ser los primeros aeronautas de la humanidad. No mucho más tarde, en el lugar que hoy ocupa la torre Eiffel de París, ante el asombro de la gente y teniendo como testigo de excepción a Benjamín Franklin, se elevó el primer globo lleno de hidrógeno. A medida que subía y disminuía la presión atmosférica el globo se dilataba cada vez más, la seda con que estaba fabricado empezó a rasgarse, se es-capaba el gas y el aerostato comenzó a descender. En ese momento los escépticos le preguntaron a Franklin ¿para qué sirve un globo? A lo que este contestó como los gallegos con otra pregunta ¿para qué sirve un recién nacido? La investigación de estos artefactos fue el primer gran sal-to en la conquista del aire, en la atmosfera, y después el es-pacio. Cuando los globos se emplearon en cosas más útiles y serias que las exhibiciones espectaculares y de feria que atraían a tanta gente, se observó que tenían una carencia fundamental: les faltaba maniobrabilidad. La forma esférica era muy inestable y el viento su peor enemigo. Con el tiempo aparecieron las formas alargadas y se les dotó de una es-pecie de timones hinchables colocados en la cola del globo que los hacía más estables. Aunque se hicieron intentos para lograr dominar el vuelo caprichoso de los globos, estos se-guían siendo juguetes del viento. El dirigible nació entonces. No era más que un globo de forma alargada que se podía dirigir y cuyo desplazamiento se lo proporcionaba un motor. La I Guerra Mundial, que produjo innumerables bajas en los dirigibles —pues era un blanco fácil por su volumen, su reducida velocidad y su escasa al-tura de vuelo—, propició primero que se limitaran sus salidas a vuelos nocturnos y posteriormente que fueran perdiendo operatividad. El 17 de diciembre de 1903, como ya se ha dicho, los hermanos Wright realizaron el primer vuelo en avión en la historia del mundo. Ha pasado más de un siglo y se ha cumplido, desgraciadamente, la profecía del capitán de L´armée de Terre francés, Louis Ferdinand Ferber, cuando dijo: «Mientras no muera un aviador por día no habrá avia-ción ». La especialidad del vuelo ha costado más sangre en sus comienzos que ninguna otra actividad, pero ha cumpli-do sus etapas: de cresta a cresta, de villa en villa, de conti-nente en continente. No es empresa fácil hacer un resumen de lo sucedido en el aire desde sus comienzos hasta nuestros días, en el siglo de la hélice, del automóvil, del cinematógrafo, del ordenador y de la televisión. Debemos ser prudentes al es-cribir, haciendo uso de nuestras facultades de aviadores, de nuestro sexto sentido, capaz de discernir con claridad los factores favorables de los adversos. No aventuremos la opinión de que la aviación, el nuevo medio de civilización, ha traído al mundo una vida mejor, pero sea o no afortuna-da la nueva civilización, una sola cosa podemos asegurar de antemano y es que la conquista del aire se ha realizado, a veces, en contraposición a los egoísmos personales e internacionales que han sido factores comunes de dicho periodo de tiempo. La gesta de los aviadores del mundo se desarrolló y se está desarrollando próspera, haciendo una excepción de buena amistad sin fronteras. Lo que por sí solo, ¡ya es fantástico! LEYENDAS AERONÁUTICAS JIENENSES Pero, mientras todo esto ocurría en el mundo, podemos preguntarnos que pasó aeronáuticamente hablando en el mundo local de Jaén. Esta ciudad, Jaén, ha disfrutado desde tiempo inmemorial de leyendas que refieren algún episodio Primera ascensión en globo aéreo.


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