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72 coronel Fulgencio Marín Carras-co, debía abordarse la disolución del Primer Escuadrón, y la primera premisa consistió en determinar el estatus administrativo del personal a él asignado. Tanto la oficialidad como los suboficiales quedaron a las ór-denes del ministro, pudiendo so-licitar destino a otras unidades del EA hasta el primero de ene-ro del año siguiente. Desde ese momento, quien no tuviera des-tino asignado podía serle fijado cualquier otro en distinto centro o dependencia. Para la tropa, se dictaron instrucciones para licenciar a quienes hubieran cumplido su compromiso con las Fuerzas Armadas, desti-nandolos a la Escuadrilla de Tropas del CG. de la Región Aérea Central hasta su licenciamiento a quienes todavía les quedara tiempo de servicio. Los alumnos del 101.º Curso Básico de Paracaidismo, tre-ce según las fuentes, fueron destinados a cubrir vacantes de la EMP en Alcantarilla hasta su licenciamiento en marzo de 1966. El resto, ciento cincuenta y cinco, constituyó el núcleo central de tropa de la EZAPAC, así como el material de dota-ción de la propia unidad en el nuevo asentamiento. Los ofi-ciales y suboficiales fueron llegando en los meses siguientes. Durante 37 años los zapado-res apoyaron brillantemente a las unidades de fuerzas aéreas del EA. Para entender que supuso el cambio de entidad, de escuadri-lla a la de escuadrón, en el año 2002, con su jefe el comandante Eduardo Llorente Erroz al frente, es necesario valorar el incremento de misiones producido durante la última década del siglo XX, fruto no solo de la integración de Espa-ña y sus Fuerzas Armadas en los organismos internacionales tan solo una década antes. Recor-demos un par de hitos: en 1982 España ingresó en la OTAN y en 1988 se le asignó la primera misión internacional40. Esto supuso aceptar los compromisos internacionales en el mar-co de las estructuras de Defensa. La reorganización de la escuadrilla pretendía, además de asignar nuevas misiones, evitar saturarla y atender a los planes de instrucción de los Mandos Aéreos. Así se recuperó la idea de ampliar el nú-mero de unidades de «operaciones especiales» en el seno del Ejército del Aire y bajo dependencia de dichos mandos. ¿Se ponía otra vez sobre la mesa el viejo sueño del Primer Escuadrón: ver la ampliación de unidades paracaidistas? Parece ser que sí. Corrían los primeros años 80 y ante el incremento de acti-vidad de la Sección de Apoyo Aéreo Táctico (SAATAC), ins-talada en la base aérea de Zaragoza, se planteó la idea de desligarla de los zapadores. En el año 1983 el Mando Aéreo de Transporte (MATAC) estudió potenciar la sección que hasta ese momento contaba con una plantilla de cuarenta zapadores, y se creó la Escuadrilla de Apoyo al Transporte Aéreo Militar (EATAM) bajo dependencia directa del MATAC y a las órdenes del capitán Juan J. Guillen Gibert. Poco a poco la plantilla se incrementó con nuevos oficiales y subo-ficiales para atender las nuevas misiones, sin olvidar la ca-pacidad de apoyo mutuo con los zapadores. En enero del año 1994 y para apoyar al despliegue de unidades del EA, y a las Fuerzas de Reacción aérea de la OTAN, se estableció la Escuadrilla de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) y disol-viéndose la EATAM, siendo su primer jefe el capitán Pedro José García Cifo. Al igual que sucedió con la EZAPAC, un año después se modificó su misión para ampliarla en aque-llas áreas de las operaciones aéreas que no entraran en conflicto con las, especiales, reservadas a los zapadores. A mediados del 2000 se creó el Escuadrón de Apoyo al Des-pliegue Aéreo (EADA), al mando del ya ascendido a coman-dante García Cifo, con la misión de «apoyar en la defensa, despliegue y mantenimiento de las condiciones de opera-ción de las Unidades Aéreas», así como a las asignadas a las Fuerzas de Reacción de la OTAN. La transformación de aquella primigenia unidad da idea de la filosofía de empleo, derivada del incremento de misiones de la aviación de transporte con ocasión de la participación en misiones in-ternacionales. Capitán Juan J. Guillén Gibert. Imagen: AEMP Capitán Pedro José García Cifo. Imagen: AEMP No es posible dar paso al epígrafe de la escuela de Alcan-tarilla sin citar la figura de un preclaro impulsor de la faceta operativa del paracaidismo militar en el EA. Nos estamos re-firiendo al entonces comandante José Antonio Beltrán Do-ña41, hoy teniente general. Su nombramiento como jefe de la escuadrilla en el año 1975 y la permanencia en el cargo a lo largo de doce años supuso un cambio progresivo, radical y rupturista con la etapa ante-rior. Este periodo supuso una revolución, más que una trans-formación, en las misiones asignadas hasta ese momen-to, así como en las relaciones con las unidades del EA y por extensión con el resto de las Fuerzas Armadas. A este res-pecto se trae a cita una frase del citado general Beltrán que sintetiza y define la labor del paracaidista del EA: «… desa-rrollar Comandante José Antonio Beltrán Doña. Imagen: AEMP su actividad en íntimo contacto y en el entorno del avión, que es lo que permite proporcionar visibilidad»42. La Escuela Militar de Paracaidismo (EMP) El B.O. núm. 97 del día 19 de agosto de 1947, el Ejército del Aire creaba «… la Escuela Militar de Paracaidistas, cuya instalación se fija en el Aeródromo de Alcantarilla (Mur-cia), quedando afecta administrativamente a la Mayoría de la Academia de Tropas de Aviación». Este decreto va más allá y concreta la misión, y en virtud de esta fija la constitución y especialidades de su plantilla, así como el tipo de cursos, su duración y las pruebas a superar para obtener la calificación de apto. Coronel Fulgencio Marín Carrasco. Imagen: AEZAPAC Comandante Eduardo Llorente Erroz. Imagen: AEZAPAC


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