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Hoja bloque de Guyana con seis sellos en los que aparecen los retratos de otros tantos componentes de la orquesta del Titanic. De izquierda a derecha y de arriba abajo: W. Hartley, G. Krins, J. L. Hume, J. W. Woodward, P. C. Taylor y W. T. Brailey. Titanic permanecieron tocando durante el hundimiento, y al final, todos ellos perdieron la vida en el naufragio. Se ha discutido mucho sobre cuándo y dónde tocaron. Los testigos que han sobrevivido al desastre y quisieron hacer declaraciones —ya que hubo gente que se salvó pero se negó en redondo a hablar del naufragio— dijeron cosas muy variadas. Unos manifestaron que no se habían enterado de que la orquesta estuviera tocando mientras abandonaban el barco. Otros declararon que oyeron música, pero no sabían de dónde venía. Y los hay que afirmaron haberlos visto tocando, aunque los situaron en diferentes lugares del trasatlántico. Esta variedad de manifestaciones es lógica por diferentes motivos. El barco era muy grande, de casi 270 m de eslora, por lo que no tiene nada de extraño que muchos no pudieran oír a los músicos. Por otra parte, hubo momentos de pánico, aglomeraciones, gritos, órdenes, lamentos y mucho ruido, que seguramente amortiguó la música, sobre todo si era en cubierta. Los músicos cambiaron sus emplazamientos conforme se hundía el Titanic, y unos los vieron en un sitio y otros en otro. Y cabe la duda de que los supervivientes tuvieron muy claro el lugar en el que se encontraban, a la vista de la gran confusión que debió de haber en las cubiertas y porque seguramente desconocían en detalle el barco para poder dar la situación exacta de la orquesta. Sobre esto surgen opiniones y comentarios de todo tipo. Con los cambios de temperatura entre los salones interiores y la cubierta, los instrumentos necesitarían un continuo reafinado. Con el frío reinante en el exterior, los dedos de los músicos se debían de entumecer con rapidez. La sonoridad en cubierta debía de ser muy inferior a la de los salones en los momentos del desembarco precipitado de los que pudieron abandonar el barco en botes, debido al ruido producido por la gente. Aunque más tarde, cuando muchos ya habían escapado en los botes o tirándose al agua y los ventiladores del barco se apagaron, LA MAR EN LA FILATELIA 1010 Diciembre


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