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UN AFORTUNADO GOLPE DE MANO ANFIBIO: BURDEOS, 20 DE OCTUBRE DE 1653 Agustín Ramón RODRÍGUEZ GONZÁLEZ Doctor en Historia Contemporánea y correspondiente de la Real Academia de la Historia OMO es bien sabido, la Monarquía española tuvo que soportar la terrible Guerra de los Treinta Años que asoló Europa entre 1618 y 1648; pero la Paz de Westfalia no supuso el fin de las hostilidades, pues la contienda con Francia, iniciada en 1635, prosiguió aún once años más, ayudada ahora por la Inglaterra de Cromwell, hasta la Paz de los Pirineos de 1659. Por supuesto ambos adversarios estaban a estas alturas agotados, especialmente España, que había luchado mucho más tiempo en todos los frentes y contra toda clase de enemigos, aparte de los gravísimos golpes de la separación de Portugal y la rebelión en Cataluña del mismo año, que aceptó como soberano a Luis XIII de Francia. Todo ello unido a la débil demografía española de entonces, en parte provocada por las malas cosechas de la época, y en parte por las sucesivas epidemias, mientras una enorme inflación monetaria arruinaba empresas y negocios y sumía en la pobreza al país, de paso que ponía en grave peligro a la Real Hacienda. Pero las cosas para Francia habían resultado también muy gravosas en aquella durísima guerra, y así el frente interior se unió al exterior con la rebelión de «La Fronde», que sumió al vecino reino en una contienda civil entre 1648 y 1653, pues muchos odiaban el autoritarismo real y los regímenes sucesivos de los cardenales Richelieu y Mazarino, con su política belicista y los consiguientes sacrificios de hombres e impuestos para la guerra. En cuanto a las armadas de Felipe IV, lo cierto es que apenas se habían podido recuperar del desastre de Guetaria en 1638, de la campaña de las Dunas en 1639 y de la expedición a Brasil de 1640, pero y pese a todos los 2018 879


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