Page 101

Revista_Ejercito_933

101 Su personalidad no fue precisamente objeto de la devoción del pueblo. Como buen italiano, nunca renunció a la pasta, a la trufa blanca y a los helados, que imponía con asiduidad en los banquetes oficiales en detrimento de alimentos y cocciones más enraizadas en la España del momento. Además era conocida su afición por las revistas pornográficas francesas de la época. Se decía también que tenía presencia adecuada embutido en estrechos uniformes pero que todo lo tildaba de cierto gafe e ignorancia: en un paseo en carroza por Madrid su secretario le indicó que pasaban cerca de la casa de Miguel de Cervantes y él le contestó, sin inmutarse: «Aunque don Miguel no haya venido a verme, iré pronto a saludarlo». FIN DE SU BREVE REINADO Su paciencia no le alcanzó más de dos años (su más célebre frase era «Ah, per Bacco, non capisco niente») y abdicó (o, mejor dicho, dimitió) por propia iniciativa al mediodía del 11 de febrero de 1873, tras lo cual regresó a Turín para retomar antiguas costumbres y amistades, sin que aparentemente le hubieran afectado demasiado los acontecimientos en España. La causa de la dimisión fue una conjunción detonante de motivos, problemas y pretextos, y su decisión final fue la de no aguantar más él solo al frente de un país ingobernable. El mismo día de su partida se proclamó la Primera República española, con Estanislao Figueras como primer presidente republicano de la historia de España. En 1887 Amadeo aceptó el cargo de inspector de la Caballería Italiana y se dedicó a recorrer Italia visitando cuarteles y regimientos, asumir el título de duque de Aosta, desvanecerse su figura y personalidad y fallecer en soledad en 1890. Pero ¿qué hubiera ocurrido si Amadeo de Saboya hubiera seguido reinando? Indudablemente, su aparición fue fruto de convulsos episodios revolucionarios y dinásticos (algunos de ellos incluían asesinatos) y ninguno de sus súbditos le dio la menor oportunidad para reinar, por lo que su período estuvo abocado al fracaso desde ya antes de su llegada a Cartagena, en 1871. Su pobre personalidad, su escaso conocimiento de nuestra nación y de la situación social y política, el poco interés que mostraba hacia los asuntos que importaban y, por último, la falta de su gran valedor (el general Prim) fueron decisivos para provocar su desvanecimiento y el estallido republicano que puso fin al sexenio democrático (1868-1874). Queda, por tanto, como conclusión que su reinado nunca pudo ser una realidad y que fue, desde mucho antes de su designación, un simple período previo a la república. NOTAS 1.  La berlina original con las consecuencias del atentado se puede ver en el Museo del Ejército. BIBLIOGRAFÍA -- Eslava Galán, J.: La historia de España contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona. 1995. -- Pedrol Rius, A.: Los asesinos del General Prim. Cívitas, Madrid. 1990. -- Rueda Vicente, J.A.: ¿Por qué asesinaron a Prim? La verdad encontrada en los archivos. EUNSA, Pamplona. 2000. -- El reinado de amadeo de Saboya y la monarquía constitucional. UNED 1999. ISBN 978-84-362-3878-5. ■ Amadeo I de Saboya frente al cadáver del general Prim en la basílica de Atocha. Obra de Antonio Gisbert, 1870


Revista_Ejercito_933
To see the actual publication please follow the link above