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129 SECCIONES - APUNTES DE EDUCACIÓN FÍSICA ¿ES UNA BUENA RECOMENDACIÓN EL CAMINAR PARA REDUCIR EL PESO CORPORAL? Hoy en día, es muy común ver en nuestras poblaciones a un gran número de personas caminando en ropa deportiva; esta modalidad de ejercicio físico constituye una de las actividades físicas más practicadas y conocidas, por lo sencillo de su aplicación, escasa posibilidad de lesionarse y no requerir ni medios ni instalaciones. Normalmente, la mayoría de los practicantes caminan a una velocidad baja-moderada entre 5 y 8 km/h. Los efectos resultantes de practicar esta actividad han sido ampliamente estudiados; así, diferentes revisiones sistemáticas y meta-análisis científicos han mostrado que la continuidad en la realización de los populares paseos influyen en el sistema cardiovascular —como prevención de factores de riesgo—, en la composición corporal, presión arterial, y en la salud mental (Morris & Hardman, 1997; Murphy et al., 2007; Richardson et al., 2008; Hanson & Jones, 2015). Sin embargo, a pesar de los muchos beneficios que ofrece esta actividad, se sigue constatando que la obesidad, los problemas cardiovasculares y todas aquellas enfermedades relacionadas habitualmente con el sedentarismo o la escasa actividad física continúan incrementándose. Trasladando esta situación a las FFAA (en las que, en numerosos puestos de baja demanda fisiológica, podríamos hablar de la existencia de personal con las mismas características de la población calificada como sedentaria), se observa que la recomendación general es la misma que la que se hace a este tipo de personas; es decir, controlar o reducir el peso mediante ejercicio prolongado de baja intensidad. A este respecto, existe «un meta análisis realizado en el 2011 por Thorogood y colaboradores, donde se indica que con los volúmenes recomendados de 3,5-5 horas semanales, estos programas no provocan ninguna pérdida de peso a medio y largo plazo» (Gonzalo, 2015). Es más, volviendo de nuevo al mundo civil, se sigue recomendando a las personas mayores el caminar durante un tiempo relativamente largo a baja intensidad para mejorar la salud ósea, intentando paliar la disminución de densidad mineral ósea asociada a la edad. En otro estudio, Martyn-St James & Carroll (2008) demostraron que el paseo no ofrecía mejora alguna en la población de mujeres analizada. Analizando el patrón de activación muscular en esta actividad, más concretamente el motor principal —glúteo mayor— Barlett et al. (2014) comprobaron que «la marcha solicita activaciones inferiores en un 150 %, 225 % y 500 % comparándolo con trotar, escalar o esprintar respectivamente » (Gonzalo, 2015). Es todo lo mencionado anteriormente que, siguiendo recomendaciones de la metodología de entrenamiento Elements System, se debería sustituir o enriquecer esta modalidad de ejercicio bien añadiendo una sobrecarga, o caminando en pendiente o realizando cambios de ritmo dentro de la propia actividad (simulando un entrenamiento interválico). NOTA DEL AUTOR Con motivo de la celebración el próximo año 2019 del centenario de la Escuela Central de Educación Física, se indica la dirección de la página web donde se podrá localizar la información de los eventos referentes al mismo.■


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