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27 sus franquicias regionales, de las cuales se hablará en el capítulo cuatro. La pérdida de su refugio en Afganistán no supuso inicialmente un retroceso en el aspecto logístico, ya que las redes que había ido creando por distintos países europeos permitieron formar células durmientes dispuestas a despertar en el momento necesario. Esta amenaza para Occidente acabó por materializarse con los atentados de Madrid, en 2004, y Londres un año después. Fue a partir de entonces cuando el incremento de la persecución hacia la cúpula de Al Qaeda y el continuo hostigamiento hacia muchos de sus líderes fueron más intensos y acabaron por debilitar enormemente la estructura central. El mejor ejemplo de estas acciones se encuentra en los innumerables ataques con aviones de combate tripulados a distancia, RPA, realizados por las fuerzas estadounidenses sobre el territorio de Pakistán, especialmente durante el gobierno de Obama3. A ello hay que añadir la famosa operación realizada en Abbottabad, el 2 de mayo de 2011, en la que un grupo de operaciones especiales estadounidense acabó con la vida de Osama bin Laden, en la casa que le servía como refugio en Paquistán. La muerte del carismático líder de Al Qaeda supuso un duro golpe para su estructura. Fue sustituido desde entonces por el egipcio Ayman al Zawahiri, que había sido su mano derecha desde la formación del grupo. Tampoco hay que olvidar que en ese mismo año 2011 se produjo el estallido de las revueltas en el mundo árabe, también conocidas como «Primaveras Árabes», que consiguieron, por vía generalmente pacífica, el cambio de los gobernantes de varios países musulmanes, los cuales llevaban asentados en el poder varias décadas. Es importante tener esto en cuenta porque este logro dejó en evidencia el discurso político de Al Qaeda, quien afirmaba en su ideario que la violencia era el único camino al que recurrir para conseguir el cambio de gobiernos apóstatas que necesitaba el mundo islámico. De esta forma, la debilidad de la organización ya no se limitaba al plano militar y logístico, sino que había que sumarle sus errores desde la perspectiva ideológica y política. Aun así, es cierto que Al Qaeda consiguió obtener rédito de estas revueltas, al igual que el yihadismo en general, por el hecho del vacío de poder creado, gracias a lo cual aumentó la presencia de sus milicias en Libia o abarcó nuevos territorios más tarde a través de su filial en Siria. La llegada de las revueltas a Siria acabó por convertirse en uno de los grandes dilemas para Al Zawahiri tras la decisión del líder de Dáesh, Abu Bakr al Baghdadi, de trasladar hacia este país parte de la actividad que venía desarrollando el Estado Islámico en Irak, cuya semilla ya había jurado fidelidad a Al Qaeda en el año 2004 y adoptó el nombre de «Al Qaeda en Irak». Desde entonces, y a pesar de la pleitesía que rendía, las diferencias Hamza bin Laden, noviembre 2017


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