Page 8

Revista_Ejercito_933

constructivamente al proyecto con mis acciones? •  ¿Para quién lo hago? Qué persona, institución, equipo, unidad, departamento o causa se beneficiará de mi acción. ¿Qué sentido le doy a lo que hago? •  ¿Desde dónde hago lo que hago y/o digo lo que digo? Es decir, lo que me está saliendo de dentro, la actitud que pongo en lo que estoy haciendo o diciendo, cuál es y con qué finalidad adopto esa actitud. •  ¿Me estoy sirviendo a mí mismo o estoy sirviendo a una causa mayor y más elevada, a la Institución, gracias a la persona o personas, área o causa a las que dirijo mi acción? De esta manera, cualquiera de nosotros iniciará un camino de ejemplaridad en pequeños detalles que irán marcando una sutil y apreciada diferencia. Durante este proceso, que dura toda la vida, tengamos claro que la humildad no es una apariencia sino una actitud del corazón que nos hace llegar poco a poco y por completo a otras personas. La humildad acerca, la arrogancia separa. EL PERDÓN PROFESIONAL El contexto profesional actual tiende a empujarnos a un ritmo de trabajo en el que perdemos las formas en numerosas ocasiones. Con facilidad perdemos de vista, por poner demasiada atención en el resultado o en nuestras ambiciones personales, que somos personas trabajando con personas y para personas, que somos todos nosotros, 8  /  Revista Ejército nº 933 • diciembre 2018 todo el equipo, los que sacamos adelante los trabajos del día a día. ¡Esto esto! En circunstancias así comenzamos a jugar el juego de ir a lo nuestro y nos llevamos por delante lo que haga falta y a quien haga falta, de forma evidente o de forma sibilina, y en el proceso vamos generando daños colaterales y heridas emocionales y también nos las van generando a nosotros. Así, el rencor y el resentimiento se van sedimentando y extendiendo en nosotros poco a poco, como a quien le aparece una psoriasis que crece lentamente y de forma constante hasta cubrir el cuerpo. De repente nos encontramos agarrotados en lo emocional y bloqueados en lo profesional. Y lo peor, por causa del ego: nos cuesta dar marcha atrás y reconocer el error. Es conveniente tomar conciencia de la importancia que juega aquí dar un sencillo paso de valentía y desempolvar la noble humildad que hemos maniatado con los años y las malas costumbres actitudinales. Toca vaciarse del ficticio personaje que un día nos inventamos para, con la veracidad que proporciona la llaneza del ser, comenzar a ejercer la práctica del perdón profesional, un sencillo paso necesario que pasa por entender el significado profundo que tiene esta palabra tan sobada y a la cual hemos acabado por vaciar de contenido. En latín, y sobre todo con aplicación en química, el prefijo per- significa ‘de forma completa, total, absoluta’. Y -don significa ‘regalo, dádiva, presente’. Es decir, perdón significa ‘darnos de forma absoluta y completa a los otros', nos hagan lo que nos hagan; e incluso a uno mismo. Entendido esto, surgen dos preguntas que cabe hacernos a nosotros mismos: •  ¿A quién debo darme de nuevo de forma completa para revivir el frescor que perdí por adoptar poses del ego y artificio? •  ¿Qué debo proporcionarme a mí mismo en actitud constructiva interior para recuperar mi normalidad existencial y dejar de flagelarme con pensamientos recurrentes de culpabilidad? Responder estas preguntas requiere humildad, conocer la verdad de uno mismo, aceptarla con sencillez y dar el paso de contestar con determinación y honestidad lo que nunca nos atrevimos a responder. Cuando somos capaces de comportarnos con humildad, ofreciendo desde el alma lo que verdaderamente reside en ella, de forma natural y continuada, la comunicación se hace más fluida y las relaciones con los demás tienden a mejorar. ¡Acuérdate!: todos nosotros anhelamos tratar con personas sin careta, que han abandonado sus corazas y se muestran con la naturalidad de quien vive en la confianza de ser quien verdaderamente es, mostrándose tal cual es. Y tú, ¿en qué medida te muestras sin caretas, sin corazas y con naturalidad, quien verdaderamente eres? LA PAZ DE LA HUMILDAD Caminar hacia la humildad, para con ello desterrar el ego, hará crecer en nosotros una paz que va a facilitar la convivencia con nosotros mismos. Y claro, si convivimos en paz con nosotros mismos resulta del todo fácil contribuir de forma constructiva al entorno, a la organización, y ofrecer una serena forma de convivir que estimula a los integrantes de nuestros equipos a ofrecer lo mejor de sí mismos, también desde una serenidad interior para la convivencia. Cuando nos dejamos arrastrar por el ego, aunque creamos estar tranquilos, o muy arriba, en la cresta de la ola, en realidad hemos caído en un bajo estado de ánimo (ánimo, ánima = alma, estado del alma) que acaba por ahogarnos, desgastarnos y erosionarnos emocionalmente, dejándonos con una sensación de vacío significativa. Además, estos estados de ánimo vividos en el interior, donde nadie puede acceder, nos conducen en un latente estado de agitación; por eso buscamos desesperadamente espacios externos de paz. Cuando somos capaces de comportarnos con humildad, la comunicación se hace más fluida y las relaciones con los demás tienden a mejorar


Revista_Ejercito_933
To see the actual publication please follow the link above