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Mora Urda A. sistía en una limpieza exhaustiva de la herida y posterior exéresis de todo el tejido desvitalizado, aplicando después un apósito de escayola que se debía mantener sin cambiar el máximo tiempo posible, siempre y cuando el paciente no presentara complica-ciones25. En 1938 el Dr. Trueta había tratado 605 fracturas de guerra sin la necesidad de realizar ninguna amputación y sin ningún caso de mortalidad. Un año más tarde, Trueta habló de 1.073 heridos curados con este método, de los que solo el 0,75% presentó complicaciones24. Acabada la Guerra Civil Española, y ya durante la Segunda Guerra Mundial, fue el Dr. Trueta quien depuró, sistematizó y divulgó el método entre el bando aliado, siendo aún hoy en día la elección para el tratamiento de heridas y fracturas abiertas de guerra. Esta técnica sanitaria está ampliamente atestiguada por la bibliografía, los testimonios escritos, tanto de médicos como de pacientes y documentación gráfica, principalmente fotografías. Además de esto, la Arqueología también ha documentado el caso de un paciente del Hospital de Sangre de Uclés, quien fue tratado mediante el “Método español”, y acabó falleciendo sien-do inhumado con el torso aún enyesado. W. Brown, coronel jefe de los Servicios de Ortopedia de Es-tados Unidos, corroboró que “En la Primera Guerra Mundial, antes de conocerse el método de Trueta, el 18% de los heridos moría, mientras que en la actualidad, según se va a poder com-probar 270  Sanid. mil. 2018; 74 (4) en la guerra de Vietnam, donde se aplicó el método siste-máticamente, el porcentaje descendió a 0,16%”25. Por lo tanto, la Sanidad española durante la Guerra Civil gozó de una buena salud y prestigio, con destacadas figuras como los doctores Bastos y Trueta i Raspall, ya mencionados; junto con Jimeno Vidal, Aguilar, Ribó, Linares, Folch Oriol, en-tre otros, además del cirujano militar por excelencia, el doctor Gómez Ulla. PROYECCIÓN INTERNACIONAL TRAS LA GUERRA CIVIL La Guerra Civil Española fue un campo de entrenamien-to y experimentación para las potencias europeas de cara una inminente guerra internacional que ya casi nadie se molestaba en negar. A pesar del conocido Tratado de No Intervención, los países del Eje (Alemania e Italia) y No Alineados (sobre todo la URSS) aportaron hombres y material a los diferentes bandos combatientes en España. Por lo tanto, de cara a la Segunda Guerra Mundial (1940- 1945) los países europeos habían adquirido experiencia y apren-dido sobre técnicas militares puramente españolas como, por ejemplo, sobre bombardeos, donde España tenía experiencia del conflicto marroquí, al haber utilizado aviación para lanzar pro-yectiles manualmente. Fuera del ámbito militar también fueron trasladadas otras técnicas tales como el uso de la radio en contexto militar y ci-vil (véase los discursos radiofónicos diarios de Queipo de Llano desde Sevilla) y, en lo que nos concierte en este estudio, técnicas sanitarias. En muchos hospitales españoles se contó con ayuda internacional en forma de fondos económicos y de personal mé-dico. Un ejemplo fue el Spanish Medical Aid Comittee, (SMAC en inglés, Comité de Ayuda Médica a España) formado por médicos, enfermeras, conductores de ambulancia, traductores y administrativos que se instalaron en España para prestar ayuda sanitaria al Gobierno Republicano26. Además de las propias experiencias adquiridas por los paí-ses europeos en el contexto de la guerra española, debemos te-ner presente la participación de personal español en la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, el Doctor Trueta i Raspall sistematizó el método de asepsia y limpieza con grandes resultados en terreno español, como posteriormente desde su cátedra de Oxford du-rante la Segunda Guerra Mundial. El método depurado por el cirujano catalán fue seguido a rajatabla por la sanidad británica con un éxito total. La cátedra obtenida en Oxford es un hecho insólito sin precedente para un extranjero en esa época, llegando incluso a formar parte del equipo de desarrolladores de la peni-cilina, dirigido por los doctores Florey y Chain27. Una segunda representación española dentro del sistema sa-nitario militar en la Segunda Guerra Mundial, es la ejercida por el doctor Jimeno Vidal. En este caso se trata de una colaboración con el ejército alemán, y más concretamente al frente del Hospi-tal Rudolf de Viena. Cerca del final de la Guerra Civil Españo-la, cuando las tropas sublevadas llegaron a Cataluña, el doctor Jimeno dirigía dos hospitales (uno en Banyoles y otro en Olot) que atendían, principalmente, heridos fracturados. Tras marchar Figura 3. Individuo inhumado en el cementerio de “La Tahona” del Monasterio de Uclés con el torso enyesado. Fuente: Mora Á. “La Tahona” de Uclés. Arqueología Forense del Cementerio de un campo de Concentración de la Posguerra. (Tesis Doctoral). Ma-drid: Universidad Autónoma de Madrid; 2017.


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