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116 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL for Doomed Youth y Apologia pro Poemate Meo, sus tres mejores poe-mas, así lo demuestran (en el prefacio a su obra conjunta, él mismo había dejado escrito que “éste no es un libro sobre héroes… Inglaterra aún no está preparada para saber de ellos”). El 4 de noviembre de 1918, justo una semana antes del armisticio y tras haberse reincoprorado voluntariamente a su compañía en contra de la recomendación facultativa21, Owen cae en combate al frente de sus soldados abatido por fuego cruzado de ametralladoras durante el cruce del canal Sambre-Oise: se dice que sus padres recibieron el fatídico te-legrama comunicando el fallecimiento mientras las campanas de Gran Bretaña y sus dominios repicaban en celebración por el fin de la con-tienda a las 11 horas del día 11 del mes 11. Había ganado la Military Cross al valor y no vería publicados nunca sus Poems, aparecidos ya en la posguerra en una compilación debida a su amigo, mentor y ¿amante? Sigfried Seasson, también poeta y oficial de la reserva. Lo que Robert Graves –autor de Yo, Claudio y otro ejemplo de escritor combatiente22- llamó “grandes palabras”: Valor, Honor, Gloria, han cedido ante la pre-sión de otras más crudas, más realistas, o bien son utilizadas con un escepticismo que hubiera llamado la atención de un Tennyson, quien al fin y al cabo nunca cabalgó contra los cañones rusos de Balaclava, a diferencia de este Owen muerto tras cuatro años casi ininterrumpidos de servicio activo en el frente. Esta era la licencia que los poetas-soldados y los soldados-poetas podían permitirse al precio de su sangre23: “Los verdaderos Poetas han de ser verdaderos”, dejó escrito Wilfred Owen antes de morir con veinticinco años de edad. 21  “Mis nervios se encuentran ya en perfecto estado. Vine aquí otra vez para ayudar a estos muchachos, para guiarlos como sólo puede hacerlo un oficial de Infantería; e indirectamente para observar sus sufrimientos y poder hablar de ellos como sólo pueden hacerlo quien los defiende… Busqué siempre el valor, pero encontré el misterio. Busqué siempre el saber, pero encontré el dominio”, de la última carta de Wilfred Owen a su querida madre, Poemas de guerra (trad. Gabriel Insausti). Acantilado, Barcelona, 2011, pp.10-11. 22  Muy recomendables son sus memorias de guerra, Good-Bye to All That (hay versión espa-ñola: Adiós a todo eso, EDHASA, 1985). También son interesantes las de Siegfried Sassoon, Memoirs of an Infantry Officer (Faber&Faber, Londres, 1936). 23  Aunque nos hemos centrado en este artículo en escritores británicos, el mismo fenómeno que aquí hemos estudiado es observable en las literaturas francesa y alemana, también de otras lenguas. Se puede consultar al respecto The Nation’s Cause: French, English and German Poetry of the First World War, de Elisabeth A. Marsland (Routledge, Londres, 1991). Revista de Historia Militar, 124 (2018), pp. 116-128. ISSN: 0482-5748


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