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Fue una acción protagonizada por ilustrados, aventureros devenidos en marinos, científicos de todas las ramas del saber; organizadas por com-pañías comerciales, por Coronas, en una época (especialmente 1713-63) sin graves conflictos en las rutas del mar (dada la indefensión hispana). Todos pretendían capturar establecimientos españoles en ultramar, aprehender algún rico galeón, desestabilizar la organización hispano-india-na, maximizar el lucro, controlar las rutas y los puntos estratégicos de la navegación, cuando se hablaba de “la gran familia europea” (Voltaire) y hasta de “paz perpetua” (Walpole). Entonces, por lo mismo, la cooperación internacional era fácil y las Academias abrían sus puertas a los sabios sin distinción de fronteras (las de China se hallaban bien clausuradas); fue un tiempo en el cual el latín se hallaba en declive y el francés lograba su máxi-ma brillantez. En 1774 algunos franciscanos fueron a las islas del mar del Sur y su actividad proselitista no les impidió proseguir en sus aportaciones geográ-ficas y etnográficas.51 Un diario, “Extracto de la Expedición que en el año 1774 se hizo desde el Puerto del Callao de Lima a las islas de Otahití, condu-ciendo a ellas a los Religiosos Misioneros de Nuestro Padre San Francisco, para que procurasen la reducción de aquella gentilidad”, seguido del relato “De los acontecimientos particulares en el puerto de Santa Cruz de Ojatitu-ra, al regreso de la isla de Orayatea”, y de otra extracto más (“De lo que ex-perimentaron los religiosos misioneros fray Gerónimo Clota y fray Narciso González en los indios gentiles de la isla de Otahití, e inmediatas, desde el 28 de enero de 1775 en que se situaron en ella, hasta el 12 de noviembre del mismo año que se retiraron para el puerto del Callao de Lima, según consta del Diario que entregaron al Virrey del Perú”). Buscando beneficios económicos o expansión territorial, los Reyes y virreyes no dudaban en enviar a sus hombres hasta el último finis terrae sea en los polos, en espacios equinocciales, en las antípodas, haciendo viajes de circunnavegación o buscando y compitiendo por micro islas en el fin del mundo. Las islas del Pacífico se incorporaron a merced al esfuerzo, abun-dante y continuado de aquellas gentes. En este ambiente y en la necesidad de establecer un sistema defensivo en el Pacífico, se inscriben las expedi-ciones españolas enviadas desde el virreinato peruano: la comandada por Boenechea tomó posesión de la isla de Pascua, fundó una pequeña colonia, recorrió varias islas del archipiélago de Tuamotu y Sociedad, descubrió las islas de San Simón, del Cerro San Cristóbal, San Judas, San Quintín para 51  Francisco Menéndez e Ignacio Vargas concluyeron en 1780 su informa que lleva por título: “Noticias prácticas e individuales de las islas nombradas vulgarmente de Otahití o Carolinas, situadas en el mar del Sur o Pacífico”.


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