Page 96

RHM_124

BROTAN LAS AMAPOLAS: POESÍA BRITÁNICA DE TRINCHERA… 95 guerra destinada a “terminar con todas las guerras”4 se desata en Europa, siendo acogida por todos -alemanes y franceses, británicos y austrohúnga-ros, rusos, turcos, políticos y militares, estudiantes y oficinistas, trabajado-res, hombres y mujeres, ancianos y niños- con un desbordado entusiasmo que hoy nos parece inconcebible5. Tan solo unos meses después, ante la ausencia de una ventaja clara para ninguno de los contendientes, la lucha se estanca en interminables frentes estáticos, dando comienzo una guerra de trincheras que cambiará para siempre la faz del mundo. Gran Bretaña, potencia marítima por naturaleza, desbordado su muy profesional pero reducido Ejército por la magnitud de la tragedia, se ve obli-gada a movilizar cientos de miles de voluntarios, primero, y de conscriptos, después, para hacer frente a las necesidades de la nueva guerra.6 Entre ellos marchan no pocos artistas, escritores y poetas, cuyos primeros versos can-tan todavía la gloria de las batallas, herederos de una poesía decimonónica, romántica, deslumbrada aún por los coloridos uniformes y brillantes cargas de caballería de la época victoriana. Junto a ellos forman miles de soldados procedentes de toda clase social entre los que pronto empiezan a destacar advenedizos que cogen por vez primera la pluma para componer unos poe-mas mucho más realistas, acordes a su visión de la nueva conflagración. La prensa comenzará enseguida a recoger sus trabajos en secciones dedicadas expresamente a la que, propiamente, será denominada “Trench Poetry” o poesía de trinchera, con un éxito inmediato entre el conmovido público de la retaguardia (solo en el mes de agosto de 1914, The Times constataba que recibía más de cien poemas diarios escritos desde primera línea de frente. Por su parte, el Daily Mail aseguraba en una noticia datada en junio de 1915 que se “ha publicado más poesía en los últimos once meses que en los once años precedentes”)7. inédita en castellano (ver el artículo de esta misma publicación titulado “El capitán que enseñó a generales. Vida, obra y pensamiento de sir Basil Liddell Hart”, Fernando Calvo González- Regueral, RHM n. 111, Año LVI, 2012). 4  La célebre frase se debe, por cierto, a otro escritor inglés, H. G. Wells, quien así rotuló uno de sus libros en 1914 (The War That Will End War, F&C Palmer Ltd., Londres). 5  “Me gusta recordar las semanas anteriores a la guerra: se caracterizaron por una atmósfera de euforia y laxitud como la que suele preceder a las tormentas de verano…”, diría Ernst Jünger en su clásico Tempestades de acero (Tusquets, Barcelona, 1993). 6  En 1914, el Ejército británico no superaba los 400.000 hombres, cifra que incluía a la British Expeditionary Force (BEF), las fuerzas territoriales y las guarniciones del Imperio. Hacia 1918 rebasaba de largo la cifra de los 4.000.000 de hombres en activo, descontados los cen-tenares de miles de muertos habidos en los cuatro años transcurridos (STEVENSON, David: 1914-1918: Historia de la Primera Guerra Mundial. Debate, Madrid, 2004). 7  EGREMONT, Max: Some Desperate Glory. The First World War the Poets Knew. Picador, Londres, 2014, p. 40. Revista de Historia Militar, 124 (2018), pp. 95-128. ISSN: 0482-5748


RHM_124
To see the actual publication please follow the link above