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Siguiendo la estela de ese acuerdo ya cerrado entre Airbus y Bombardier, Boeing y Embraer procedieron a negociar algo similar, y establecieron un memorando de entendimiento anunciado de manera oficial el 5 de julio, según los términos del cual están implicados tanto el grupo de aviones comerciales de Embraer como el transporte militar KC-390. En el caso concreto de los aviones comerciales de Embraer, Boeing adquiriría una participación que supondría controlar el 80 % del grupo –ampliable en el futuro hasta el 100 %–, formándose una empresa mixta que, a diferencia del caso de Airbus y Bombardier, conservaría el nombre de los aviones de Embraer. Esta medida más efectista que efectiva, tal vez orientada en el sentido de mantener la confianza de los posibles futuros afectados por la abrumadora mayoría de Boeing en el capital, no impidió que los sindicatos vieran en la operación la posibilidad de una pérdida de empleo a corto o medio plazo, y acudieron a la justicia brasileña a pesar de que se acordó que la gestión de la empresa mixta estaría afincada en Brasil. El 19 de diciembre la demanda de los sindicatos fue aceptada en primera instancia, pero una semana después fue desestimada ante la apelación de Embraer. Bombardier Q400 de Ethiopian Airlines presentado en Farnborough 2018. Así las cosas, la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil volvió a desatar las especulaciones sobre el futuro del acuerdo entre Boeing y Embraer, puesto que es la nueva Administración brasileña la que debía dar su preceptivo visto bueno –tiene derecho de veto en la actividad de Embraer–. Hubo enseguida una primera declaración de intenciones: en principio no se oponía al acuerdo, pero creía que posiblemente debería ser objeto de análisis más profundos. El propio presidente Bolsonaro expresó su preocupación ante la posibilidad de que Boeing controle totalmente las operaciones comerciales de Embraer. Todo eso parece haber quedado en nada. Un comunicado conjunto de Boeing y Embraer fechado el 10 de enero anunció la aprobación del Gobierno brasileño en los términos acordados en su día, indicando que «una vez que el Consejo de Administración de Embraer ratifique la aprobación concedida anteriormente, las dos compañías cumplimentarán los documentos definitivos de la transacción. El cierre de la operación será sometido a la aprobación de los accionistas y a las conformidades y condiciones pertinentes. Suponiendo que sean recibidas puntualmente, se estima que la transacción quedará completada a finales de 2019». (Imagen: Bombardier) En otro nivel, y en una maniobra sorprendente por lo imprevista, Bombardier dio el 8 de noviembre un paso más en cuanto a desprenderse de partes de su grupo de aviones comerciales, dado a conocer al tiempo de anunciar sus resultados financieros del tercer trimestre. Ha decidido vender su grupo de aviones comerciales turbohélice, que ahora construye los aviones Q, de los cuales el máximo exponente actual es el Q400, a una filial de Longview Aviation Capital Corporation por un precio del orden de los 300 000 000 dólares, en una operación que deberá ser cerrada durante este mismo año. La medida, se complementará con la venta a CAE en unos 800 000 000 dólares del grupo de formación técnica y de vuelo de su división de aviones de negocios. Sin duda ATR, que siguió sin mover ficha durante 2018 acerca del posible desarrollo de un turbohélice de mayor tamaño que el ATR72, se mantendrá a la expectativa de lo que suceda finalmente con los aviones Q de Bombardier. Si algo resulta evidente es que se está creando un nuevo orden en la industria de los aviones comerciales. Boeing y Airbus dieron a conocer sus resultados del ejercicio 2018 en fechas inusualmente tempranas, respectivamente los días 8 y 9 de enero, lo que ha permitido incorporarlos en 28 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Enero-Febrero 2019


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